Sentado en el balcón del apartamento en que resido, en una tarde lluviosa y muy calurosa, leyendo algunas reseñas de periódicos, me encontré con el discurso de Michelle Obama en el inicio de la Convención Demócrata en Philadelphia, y cuando apenas iba por el primer párrafo, sentí un escalofrío en todo mi cuerpo y enseguida me saltaron algunas lagrimas, pero al mismo tiempo me sentí con la voluntad y fortaleza para de cualquier manera contribuir al triunfo de Hilary Clinton en Estados Unidos, porque de no hacerlo, mis hijas y nietos que viven en ese país, jamás me lo perdonarían.
Estados Unidos y el mundo deben impedir que un ser tan despreciable, que estila tanto odio por los negros e hispanos llegue a la Presidencia. Un racista, xenófobo, fascista y resentido, lleve de nuevo a la primera nación del mundo, a los tiempos del kukuklán. Donde el ser humano sea perseguido y discriminado por el color de su piel o por su hispanidad. En verdad como Michelle no quiero eso para mis hijas y para todos los hijos e hijas del mundo.
Comencemos a trabajar sin pausas ni descanso, a tocar cada puerta de un familiar o amigo, desde aquí por todos los mecanismos que nos permite la tecnología, pero no nos quedemos de brazos cruzados, vamos a contribuir a que Estados Unidos siga siendo la Nación que ha albergado a tantos dominicanos. El País donde han nacido miles de los nuestros, el país donde una hispana migrante indocumentada, una dominicana como una de mis hijas, tuvo un hijo y hoy tanto ella como él son ciudadanos estadounidense.
No podemos permitir que eso se nos escape y desaparezca el sueño americano, vamos a convertirnos en una Michelle, valiente, negra y orgullosa, vamos a llevar a Hillary Clinton a dirigir un país grande. Ahora voy a dejar que sea Michelle quien les hable: "Me despierto cada mañana en una casa que fue construida por esclavos. Y veo a mis hijas, dos jóvenes negras, inteligentes y hermosas, jugando con sus perros en los jardines".
"No permitan que nadie les diga que éste país no es grande, por lo que el sustituto de mi esposo en la Casa Blanca debe ser alguien que entienda que los problemas que enfrenta un Presidente no son blanco o negro".
"Exhortamos a sus hijas a ignorar a aquellos que cuestionan la ciudadanía o la fe de sus padres y que ese lenguaje de odio que escuchan de figuras públicas en televisión, no representa el verdadero espíritu del país".
"Porque las elecciones presidenciales de noviembre, no son para decidir sobre Demócratas y Republicanos, izquierda y derecha, sino acerca de quien tendrá el poder de dar forma a nuestros hijos para los cuatro y ocho años de vida".