De conformidad con el portal web definición.de, la política "es una actividad orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos". Normalmente esos objetivos están vinculados con el ejercicio del poder público y a la búsqueda de soluciones a los problemas colectivos que podría afrontar un determinado grupo social.
La anterior es a mi entender la más atinada conceptualización del término "política", puesto que al referirse a esta como una "actividad orientada en forma ideológica", lo que se establece es, en otras palabras, que la política es un asunto de ideales.
Desafortunadamente, no todo el que se desempeña en estos asuntos parece entender que para hacerse llamar político, lo esencial es desarrollar ideas propias o adherirse a las ideas de la corriente o partido político más a fin con las convicciones del individuo, pues quien circunscribe su voluntad y sus ideales única y exclusivamente a la emisión mensual de un cheque a su nombre o a la obtención de un beneficio meramente personal y subjetivo, no es digno de que se le adjudique el calificativo de político, sino más bien el de comerciante.
Si hoy día una considerable parte de la sociedad desacredita a la clase política de nuestro país, es por la abundancia en ella de personas como las descritas en el párrafo anterior, que no poseen las condiciones ni la vocación para dedicarse a esta hermosa ciencia y servir a la sociedad, pero que en búsqueda de beneficios particulares y de disfrutar de las mieles del poder, se enganchan a la política para hacer negocio. Esos son los mismos que se pasan la vida de partido en partido, pues como se ha señalado anteriormente, su militancia partidaria no está circunscrita a las ideas, sino "al que me dé más y donde yo esté mejor".
No es un delito buscar la mejoría personal y tampoco lo es cambiarse de partido o corriente política, siempre y cuando ese cambio responda a justificadas razones ideológicas que vayan mucho más allá de lo personal y lo subjetivo. Quienes ejercen la política bajo ese criterio, no tienen otro destino que el de terminar aislados, siendo guiñapos políticos sin credibilidad alguna, porque sencillamente el partidismo y la política no son derivados de la prostitución ni deben estar condicionados a situaciones pasajeras del momento, al contrario, el partidismo y la política deben estar estrictamente apegados a la coherencia, a los ideales y sobre todo, a la lealtad.