Río San Juan.- Cada pueblo tiene su historia y sus encantos. Sí, así mismo como lo están leyendo.
Pero además de eso, tienen sus figuras, ya sean intelectuales, artistas, deportistas, profesionales y muchos otros más.
Un ejemplo son los personajes populares, jocosos y pintoresco. Esos no son más que aquellas personas que con su comportamiento atípico llaman a la atención de todo un pueblo y llegan a formar parte de su historia.
Incluso, con el paso del tiempo se convierten en íconos de un determinado pueblo y hasta nos sirven de referencia.
Río San Juan no escapa a esa realidad. Hace muchos años, este municipio llegó a tener varios personajes que nos identificaban como pueblo.
Recuerdan al famoso difunto Marcos Rebalosa? Era aquel minusválido que vivía en la Laguna y que a los turistas le montaba un show haciendo todo tipo de piruetas al momento de tirarse al agua, por lo cual recibía propinas, ya que su incapacidad no le impedía hacer dichas acrobacias.
Recordamos que Rebalosa tenía una mano más grande que otra y padecía de derriengue, o sea, dificultad para desplazarse.
Así podemos citar también otros, como El Mago, con su tirada al agua con cigarrillo encendido en la boca; Jolibu, el limpiaboras trajeado y que usabas zapatos puntuses a dos colores. En fin, un sinnúmero de personajes con los cuales llenaríamos un libro, y que poco a poco iremos describiendo.
En esta ocasión vamos hablar de un personaje que en la actualidad sigue circundando las calles de Río San Juan.
Es el Rucco: hombre joven, de cuerpo fornido, de oficio pescador, ojos expresivos, boca grande y pies muy pronunciados.
A parte de su oficio habitual, Rucco es también “músico de acordeón”, pero no crean ustedes que es el músico tradicional que anda con su instrumento a cuesta y sus compañeros. No, este músico anda solo, totalmente desaliñado, en estado de ebriedad y con un acordeón que le faltan como diez pitos.
Este señor irrumpe en donde menos uno lo espera y de inmediato echa mano a su acordeón y comienza un merengue del cual no se sabe ni una estrofa, y si eso es al cantar, ni hablar de la ejecución, pues la misma está tan divorciada del tono real del merengue que inicia a cantar, así como su famélica voz.
Si usted ha visitado Río San Juan, estoy seguro amigo que en algún momento su estadía se topado con el Rucco.