Ningún funcionario del gobierno que encabeza Danilo Medina Sánchez debe tener una agenda particular, por lo que todos, sin excepción, debemos asumir la agenda del Presidente, en cualquier circunstancia, sin importar el trabajo, sacrificio y esfuerzo que esto en determinado momento pueda implicar.
Siendo justo, y al margen de los vínculos personales que puedan existir, hay que reconocer que en la actual coyuntura, el Ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, ha asumido de manera magistral la labor de vocero autorizado del presidente Danilo Medina. Destacando los logros del Gobierno en las diversas áreas económicas, políticas y sociales, así como en temas delicados, que ameritan un alto nivel de visión de Estado.
El ministro Peralta ha podido jugar ese rol, sencillamente porque no tiene una agenda particular ni personal, ya que su agenda es la del Presidente y el Gobierno que éste encabeza.
José Ramón Peralta, desde mi humilde opinión, sin proponérselo, se ha ido convirtiendo en un funcionario soporte de las estructuras partidarias danilistas, de esos seguidores ortodoxos del Presidente, que siempre han estado a su lado y nunca lo han abandonado.
El ministro Peralta ha interpretado correctamente algo que muchos no han entendido, lo cual podemos resumir en el criterio de que una cosa es el equipo en sentido general del Presidente y otra cosa muy diferente son aquellos dirigentes vinculados por años a éste, lo cual en mil batallas ha generado una vinculación tan estrecha que sólo el Presidente comprende.
Claro que para hacer conciencia de ésta realidad, hay que desprenderse de criterios mezquinos, sectarios y sobre todo tener plena y absoluta fidelidad al líder Presidente.
En estos momentos, el ministro Peralta es quien mejor está interpretando y ejecutando la agenda presidencial; lo que no implica que no hayan otros funcionarios que también actúan bajo estos preceptos y visión del Presidente, como es el caso del Ministro de Interior y Policía, Carlos Amarante Baret, quien siempre ha sido un promotor de la agenda presidencial y un protector de las bases danilistas.
Ojalá la actuación de estos ministros sirva de ejemplo para quienes persisten en mantener agendas particulares, lo cual en muchas ocasiones afecta la imagen del propio Presidente, ya que al no ejecutar sus disposiciones ni asumir como propios sus compromisos y promesas, permiten que se forme una imagen distorsionada de la realidad, en la que ciudadanos reaccionan de manera negativa por el incumplimiento de obras que el Presidente entiende fueron ejecutadas por quienes delegó para su materialización.
Todo esto se corrige en la medida que comprendamos que no hay agendas particulares, sino una sola agenda. LA AGENDA DEL PRESIDENTE.