Por Abraham Victoria Gelabert
Ubicada entre el mar y la montaña, la provincia María Trinidad Sánchez es un tesoro del nordeste dominicano que combina playas de ensueño, montañas vírgenes, cultura resiliente y un potencial económico en expansión, sin embargo, su desarrollo avanza con pasos desiguales, entre obras inconclusas y anuncios de inversión que esperan concreción.
En Nagua, cabecera provincial, se vive una expansión comercial visible, con la llegada de cadenas nacionales de supermercados, proyectos inmobiliarios y crecimiento urbano. Su efervescente gastronómica, ya es referencia, no obstante, su malecón sigue inconcluso tras más de 15 años de ejecución, impidiendo que la ciudad recupere su rostro costero. La poza de Bojolo, con sus aguas cristalinas, se ha convertido en uno de los principales balnearios para turistas locales, sobre todo durante los fines de semana, demostrando el apetito por turismo natural y de cercanía.
Río San Juan posee una riqueza natural inigualable. Aparte del famoso Caletón y la mágica Laguna Gri Gri, cuenta con varias playas accesibles a pie desde el pueblo: Los Minos, Los Guardias, y Playa de los Muertos. Además, Playa Grande y la Preciosa, de arenas doradas y olas imponentes, aloja uno de los complejos más exclusivos del mundo: Amanera, de la cadena Aman Resorts. La atención mundial se ha intensificado tras el anuncio de Alex Rodríguez, quien ha proyectado una inversión de mil millones de dólares en este destino, lo que podría transformar la economía regional si se ejecuta con visión inclusiva.
Cabrera es un paraíso en constante ascenso. Sus playas (Arroyo Salado, conocida como La Boca, El Bretón, La Entrada), sus acantilados y sus montañas la posicionan como una joya para el turismo boutique y de retiro. Su desarrollo inmobiliario crece con fuerza, atrayendo tanto a residentes locales como inversionistas extranjeros. En su interior se encuentran tesoros naturales como la Laguna Dudú y Blue Lagoon, cenotes de agua dulce ideales para el ecoturismo y deportes de aventura.
El Factor, en contraste, aún espera su turno. Con vastas plantaciones de arroz, montañas con vistas espectaculares, ríos y cascadas, tiene todo para ser un destino ecoturístico emergente, pero su realidad refleja el abandono: no cuenta ni con un banco comercial ni un cajero automático, obligando a sus residentes a trasladarse a Nagua para transacciones básicas. Esta falta de servicios financieros elementales distorsiona su economía y frena su desarrollo comercial.
María Trinidad Sánchez es una provincia donde la naturaleza se expresa con generosidad, y su gente, con dignidad. Pero necesita inversión, planificación territorial equitativa y voluntad política para cerrar las brechas entre el potencial y la realidad. Lo que está en juego no es solo su belleza, sino su derecho al desarrollo.
Porque aquí no solo hay playas. Hay país. Y hay futuro.