En el año 2044
Santo Domingo, RD. Un grupo internacional de arqueólogos anunció el sensacional descubrimiento de una ciudad perdida al Este de esta capital, noticia que llenó de alegría al anciano presidente Danilo Medina, a quien le gustó el carguito y se ha reelegido múltiples veces desde el año 2016.
En una rueda de prensa, los arqueólogos dijeron que la ciudad descubierta está a unos 800 metros bajo la tierra, en un lugar que antiguamente se llamó Los Alcarrizos, al parecer un sitio pobre, a juzgar por restos de casuchas que serán examinados en Washington con carbono 14.
La ciudad quedó sepultada tras un cataclismo que se produjo luego de una disputa por la candidatura presidencial entre el mandatario Medina y el también viejuco Leonel Fernández, trascendió en fuentes coronelmente bien informadas.
Los ánimos se caldearon luego de que este último le enrostrara a Medina que no sabía “conceptualizar”, lo que originó una garata con puños en la que participaron simpatizantes de ambos personajes. Medina llamó “pelú” a Leonel, quien le respondió calificándolo de “tacaño”. La policía dijo que los contendientes utilizaron como arma miles de berenjenas, cuyo color exterior es el mismo del Partido de los dos políticos.
Los aqueólogos Fu-Ying (China) Mohamed La Mecha (Dubai) Reguspatoff Sequievich (Rusia) y Cunning Simpleton (EEUU), asesorados por un tal Luis “El Gallo”, quien les sirvió de guía, dijeron que la entrada de la ciudad perdida está casi al final de un túnel larguísimo que parece indicar correspondía a una línea de transporte ahora obsoleta, llamada Metro.
El vocero de los arqueólogos. El chino Fu-Ying, dijo que siguiendo hacia el sur dicho túnel, encontraron un pequeño parque temático que, por un rústico grafitti, se supo que se llamó Zooberto, con unos mamotretos gigantes que simulaban orangutanes, jirabas, monos y otros especímenes.
Una inscripción rarísima, en granito, encontrada en el lugar, tiene el siguiente texto: “Este Zooberto lo construyó el alcalde fuíquiti, fuíquiti, cuando los perros se amarraban con longaniza”.
Las figuras de concreto de los animales se conservan en buen estado, no así los esqueletos del sexo masculino, que se presume corresponden a políticos que hace unos veinticinco años hacían campaña proselitista, a juzgar por los afiches promocionales que tenían bajo los brazos. Parece que el cataclismo los sorprendió regando los afiches.
Un poco hacia al norte, los arqueólogos encontraron las ruinas de lo que parece fue un mercado, pues encontraron unos frutos verdes, alargados, que según dijo el guía Luis “El Gallo” se llamaban plátanos, especie comestible hoy desaparecida debido a los altos precios.
Ni el doctor Fu-Ying ni sus colegas pudieron descifrar un arrugado documento al parecer olvidado en el mercado, titulado Constitución, varias de cuyas hojas estaban remendadas con una cinta pegante marca “cuatromás”.
En vista de que no entendieron el mensaje, los arqueólogos decidieron contratar los servicios de unos tales Don Hipo, Don Fello y Doña Ivelisse, miembros prominentes de un club geriático cuyos socios son expertos en arqueología, por aquello de saber cómo se abren las arcas para que ¡entren tó!
Los resultados de las investigaciones serán revelados en un Congreso Internacional auspiciado por Turismo, en las mismas ruinas de San Francisco, que para entonces estarán convertidas en un gran Centro de Convenciones.