Salcedo.- El obrero Domingo Antonio Rodríguez se ufanaba de a sus 32 años no barajar pleitos “ni pararle bolas a nadie”, no tenía miramientos para enfrentarse a quien sea. Para eso vivía vociferando que tenía una arma que “no se quería pa’ ná”, y hasta llegó a decir que se le importada en un momento determinado hacer honor al barrio donde vivía, por eso sus vecinos de la zona de El Matadero, le apodaban “Mingo Pistola”, en ella también se escudaba para no reparar en enamorar a ninguna mujer, sin importar si era soltera, viuda, casada o divorciada.
Fue esta última faceta que lo llevó a enamorarse de Kika, una atractiva mujer residente en Las Lagunas de Moca, distrito municipal ubicado a unos 8 kilómetros de su casa.
Lo que no sabía Mingo Pistola era que la tal Kika jugaba la capicúa y también convivía con un apuesto joven de 26 años llamado Miguel Ángel Castillo Escaño, a quien por sus dotes de romántico enamorado apodaban Luna, y quien por su “asfixie” estaba dispuesto hasta bajarle las estrellas y dárselas de regalo.
Ese terco amor llevó a ambos Juan Tenorios a comunicarse, revelando cada uno su amor por la moderna dulcinea. El primer encuentro y revelación fue la vía telefónica. Ambos se disputaban el favor de Kika, y como el teléfono aguanta todo, llegaron al punto de los insultos, pero como “el hombre debe defender su honor con sangre”, los dos pretendientes pactaron un segundo encuentro, pero esta vez cara a cara, y al método antiguo. Así, al estilo Viejo oeste americano, se citaron en un lugar solitario para enfrenarse en un duelo a balazos. No valió el ruego de la dulcinea, quien tal amada alagada por el ego masculino le decía que dejaran eso así, que ella lo quería a los dos, que recordaran que “eso da pa’ tó”.
El duelo fue pactado a la 5:00 de la tarde del domingo, en el play de softbol del barrio Invi, sector cercano a donde vivía Mingo Pistola. Ninguno flaqueó, hasta allí se trasladó Luna, quien vivía en el paraje Rancho al Medio. Los dos llegaron con pistolas, y sin medir palabras se entraron a balazos. Ambos hombres mordieron el polvo, cegados por las balas. Luna recibió heridas de bala en el pecho con salida en la espalda. Además del muslo izquierdo y la pierna derecha, ambas con entrada y salida.
Mingo Pistola no tuvo mejor suerte. Recibió dos heridas de bala en el pecho, con orificios de salida en la espalda y la axila izquierda. Así certificó el doctor Jesús Lantigua, quien actuó de médico legista para el levantamiento de los cadáveres y determinar las causas de sus muertes.
De Kika, no se sabe, algunos dicen que anda indecisa en cuanto a cual velatorio acudir; otros dicen que no, que simplemente optó por cerrar heridas agregando kilómetros de tierra al recorrido hacia los puntos donde ambos pretendientes residían, y tarareando la canción de Sergio Vargas que dice que "más pa’lante vive gente y son buenos vecinos".