
Hoy 29 de abril haré formal entrega de la última de las propiedades que tenía junto a mi esposa Isabel Bonilla en Río San Juan. Un momento que se cruza entre la nostalgia y la realidad, un ciclo que se cierra, una etapa de la vida que llega a su fin, una despedida adornada del mejor de los sentimientos, el amor.
Mi vida en Río San Juan puedo dividirla en dos períodos, el primero que se inició en 1982 y culminó en el 1991, el cual se caracterizó por una labor comercial en el ámbito de la pesca y por una intensa actividad deportiva, social y comunitaria. El segundo periodo comenzó en el 2003 hasta este hermoso y soleado día, 29 de abril del 2022.
Este segundo periodo fue muy activo, porque además de las labores deportivas y comunitarias, estuvo como elemento protagónico el activismo político. Aunque nunca ejercí ninguna función pública en el Municipio ni la Provincia, hice todo lo posible por aportar desde mis humildes posibilidades al desarrollo y progreso de la comunidad.
No voy a entrar en detalles sobre lo que pudieron ser mis aportes, ya que esa valoración es de exclusiva responsabilidad de los habitantes de Río San Juan. Lo que si puedo decir, es que de mi parte me siento tranquilo, sin ningún sentimiento que pueda retrotraerme a ningún episodio del pasado que no sea de gratitud.
Esta despedida no significa una desvinculación total, por la sencilla razón de que en tantos años de socialización, puedo decir que siento desde mi ser interior, que tengo un vínculo de amistad con muchas personas, que ni el tiempo, la distancia o las realidades podrán hacer que desaparezcan.
Refiriéndome a la parte positiva, que en definitiva es lo único que me interesa, puedo decir con absoluta sinceridad, que este pueblo me dio la oportunidad, de conocer seres humanos con una riqueza espiritual , un temple moral y una capacidad de amor y lealtad que no lo cambiaría por nada en este mundo.
Gracias de corazón a todas esas personas por estar siempre a mi lado sin importar las circunstancias, gracias por brindarme su amistad y cariño desinteresado, gracias por enseñarme que en esta vida existen personas de bien, gracias porque de ustedes aprendí que los principios, la ética y los valores, todavía forman parte del homo sapiens.
Al mismo tiempo, extiendo un ramo de olivo a quienes puedan tener sentimientos encontrados, a quienes, si en algún momento alguna de mis decisiones lo afectó les pido disculpa, la vida no es lineal y todos, sin excepción, estamos expuestos a cometer errores.
Lo que si puedo decirle como una reflexión final, es que lo más importante es hacer las cosas con amor y nobleza, tratando siempre de ayudar y aportar. Los resultados podrán ser bien o mal recibidos, pero la historia siempre será el juez, que en su momento hará resurgir la verdad, con un veredicto que sólo los necios podrán cuestionar y la envidia tener el valor de negar.