En esta era moderna el radicalismo quedó atrás, para dar paso a lo moderación, el equilibrio, el diálogo, la comunicación y el consenso. Esto por la sencilla razón, de que está demostrado científicamente que lo más importante en la vida es la conexión, las relaciones y con ello la vibra positiva.
El radical no llega a ningún lado, siempre está marginado, con cientos de enemigos gratuitos y siempre con una pisca de mal humor, odio y resentimientos. Hay una máxima que dice, que tus amigos de hoy podrían ser tus adversarios de mañana y viceversa.
Por lo general los radicales no son muy inteligentes, ya que se aferran a un fanatismo insustancial, tomando las diferencias de manera personal, sin entender que los únicos que se benefician de esas contradicciones del momento, son terceros.
Donde más se da esa situación es en la política, donde los intereses provocan enemistades entre grupos, pero que al final terminan entendiéndose y permitiendo acuerdos donde cada quien salga favorecido. Sería como decir, que mientras arriba discuten con una copa de vino y un suculento almuerzo, los de abajo se jalan la greña, se maldicen y hasta se van a los puños.
El sistema siempre es el mismo, lo que cambian son los actores cada cierto tiempo, con un sello propio para gobernar, aunque sin tocar jamás la esencia dominada por los poderes fácticos. Quien trate de afectar la supra estructura que está por encima de cualquier gobierno, simplemente se va a pique, o se ve obligado a refugiarse en otros altares.
Por eso amigos y amigas si entendiéramos eso, fuéramos menos agresivos y beligerantes, ya que usted no sabe si al momento de recorrer las calles polvorientas en activismo político, quienes toman las decisiones están comenzando o finalizando algún acuerdo de entendimiento político, electoral, sea a corto a largo plazo.
Mi consejo en esta materia, es de que nunca lleve las diferencias a los extremos, porque en cualquier circunstancia de la vida, usted no sabe quién es que le puede tender la mano amiga. Cuide y cultive sus relaciones, las que usted confía, las que usted ha probado a través del tiempo, las que siempre han estado ahí y nunca le han fallado.
El mundo tiene su forma de funcionar y nadie la va a cambiar, es una cadena que va de lo más inferior hasta lo más alto, por lo que no es posible llegar de un solo salto, sino a través de una plataforma que permita hacerlo a través de pequeños brincos.
Hay que ser como el cangrejo japonés, que lo colocas en una ponchera de agua hirviendo y todos se salen, ya que crean una cadena para ir subiendo. En cambio, no podemos ser como el cangrejo dominicano, que lo colocas en el mismo recipiente y todos mueren, ya que cuando uno trata de subir el otro lo jala, impidiendo que suba, en vez de hacer como el congreso japonés que permite que uno suba, adherirse y así subir él y todos los demás.


 
  
                        
                        
                        
                    


