El perfil de un país, y la geografía espiritual y moral que allí se impone, está determinada y guiada por los medios de comunicación y las autoridades oficiales. Un ejemplo de esto es el tratamiento y la reacción dadas al caso de la ciudadana Francelys María Furcal Rodríguez, empleada, mayor de edad, quien asesinó a “un chino” (Chen Zongxin), nombre pronunciado de manera extraña y siempre visto en la sociedad dominicana que le acoge como ser distante. (Perdonen, las generales, en los escritos, además de los destacamentos, se imponen).
Lo que provocó el pleito aún se especula. No que la dama recibió una patada por el trasero y que ella con una navaja y haciendo acopio de destreza de “compadrito”, empuñando bien y calculando costado, dio respuesta y hizo justicia. Los demás como aves carroñeras o fauna trepidante periodística: influencers, periodistas, opinantes se encargaron del resto y a un año y medio después se dice que fue atrapada en Europa. Y aquí viene lo interesante: las autoridades y su adláter principal, la prensa: detallan todo el movimiento y periplo esencial de la fugitiva, el costo de los pasajes aéreos que gastó, cómo se movió, los países por donde anduvo, y hasta las cirugías que pagó (dicen que para evadir la justicia, yo que aprovechó para borrar desperfectos y arrugas). Se extraña que no hayan detallado qué menú pidió los aviones, y si se montó en primera clase y entabló conversación en torno a quién ganaría aquí en primera vuelta.
Para una serie de novela negra es un palo. Los elementos a estudio lo confirman: una dominicana mata a un chino. (Bioy Casares y Borges se frotan las manos, para un episodio de novela negra), y las autoridades dominicanas sin auxiliar de gente como Robert Bloch o de los ingleses y norteamericanos, expertos en crímenes resuelven el caso. Todos aplauden.
Desde la platea uno contempla. La fotografía de Francelys aparece en todos los medios. Y uno aplaude unánimemente, todo, incluyendo la chercha, el faranduleo en que ha devenido todo análisis. La eficiencia en el detalle se impuso, y ¿por qué la prensa no contextualiza y dice qué ha pasado con el Caso Quirinito, de mayor alcance y daño a la sociedad dominicana y que implica complicidad de las autoridades dominicanas al más alto nivel? Claro, en el caso de este chino y dominicana la opinión se prostituye, todos se abocan a condenarla.
¿Y Quirinito pa”cuando? Yo con el más amplio tigueraje dominicano verbalizo.
Miremos la riqueza del caso, en comparación al que involucra al chino: Alejandro Castillo Paniagua (Quirinito), cuyo apodo ha opacado y dejado atrás el nombre, condenado por narcotráfico y la muerte de un español extrañamente de apellido noble: Cervantes y apodo, profano; Waikiki. Quirinito, condenado a 30 años, y quien para evadir la justicia se falsificó la enfermedad, el acta de defunción y hasta la tumba en que fue enterrado. Un médico legista (Un tal Orlando Herrera Robles) certificó el asunto, perdón, la farsa. Eso hace seis años y no ha pasado nada. No hay detenido y que siga la marcha y el “opening” por la captura de Francelys.
¿Por qué eficiencia para un caso y total estolidez y falta de operación e información para el otro? Puerco no se rasca en jabilla.
Y eso dizque se activaron (para la pronta captura) la Dirección Central de Investigaciones Criminales (Dicrim), de la Policía; Dirección de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (J-2) y el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) para iniciar una investigación que diera con el paradero del imputado, pero nadita de nada. Al hombre se lo tragó la tierra, y en escarbar al parecer no son muy especialistas las autoridades dominicanas.
Cuando las autoridades quieren hacerse los ciegos, en un acto de prestidigitación absurda y sin sentido, además de optar por sacarse los ojos, dicen que la palabra luz no existe, y en un acto también de querer sustentar la tesis de que todos somos bobos o seres de dos patas aplaudiendo lo estólido, la prensa y la ciudadanía dicen que el olvido es relativo, y que la rezagada inteligencia es cuestión universal y no exclusividad quisqueyana.
El hecho es como para reírse: que una empleada doméstica hable mal y se coma algunas “eses” y un intelectual o diputado se coma una “sopa de letras” y la mofa sea invisible. Ponga usted el símil de Francelys y Quirinito, y el segundo gana a leguas y saca la lengua a los incautos y pendejos.
Yo sigo leyendo a Robert Bloch, y algunos pasajes geniales de novela negra de Borges, estos casos me llaman la atención, más lo de Francelys y Quirinito, me alerta y me recuerda a la sociedad dominicana de abismos, impunidades a granel, y falsedades en que me desplazo.