La invasión rusa a Ucrania en pleno siglo xx, así como la de Israel en Gaza, son acontecimientos que deben ponernos a reflexionar seriamente, en relación a si la guerra es algo innato en el ser humano, o si fue algo adquirido por el Homo sapiens en su proceso evolutivo.
En torno a este tema hay dos corrientes con suficientes argumentos, una que entiende que la guerra forma parte de la naturaleza humana, como es el caso del filósofo Kant, que establecía que: "La propia guerra, sin embargo, no necesita ningún motivo especial, sino que parece que está inserta en la naturaleza humana e, incluso, parece estar considerada como algo noble, a lo que el hombre tiende por un impulso de honor desprovisto de egoísmo".
En ese mismo tenor Steven Pinker, aduce: "La mayoría de nosotros, incluido usted, querido lector, estamos programados para la violencia, incluso si con toda probabilidad nunca tenemos ocasión de emplearla". Los defensores de esta teoría, parten del criterio del Simio asesino, como una manera de vincular el estado guerrerista de los humanos a nuestros ancestros.
Los que sostienen otra tesis sobre el tema, basan su argumento de que las guerras en realidad comenzaron desde hace 10 mil años, con él comienzo de la revolución agrícola. Hasta el desarrollo de la agricultura, según esta teoría la cual comparto, éramos cazadores-recolectores, que habíamos salido de la selva para ir a los llanos, lo que le permitió el sapiens desarrollar un cerebro más grande.
Con la agricultura, el Sapiens estableció un lugar fijo de residencia, dejó de ser nómada, que vivían en grupos de 50 personas, cazando y recolectando, recogiendo bayas, raíces etc, para empezar a cooperar entre sí, aumentado su poder de raciocinio, y desarrollando la capacidad de utilizar los recursos disponibles, para seguir adelante en lo que sería nuestro proceso evolutivo.
La revolución agrícola, trajo la desigualdad social, el aumento de la población, el ascenso de líderes ambiciosos, la acumulación de alimentos y otros artículos. Llegaron animales, ganado, ovejas, cerdos, gallinas, arroz, trigo, patatas y perros. Esto rompe con las condiciones globales de millones de años de ausencia de guerras.
Los hijos de los agricultores, empiezan a trabajar en el campo y el hogar, ayudando a cuidar los cultivos, pastorear animales, cuidar los niños más pequeños. O sea los agricultores crean su propia fuerza de trabajo, mucho más eficaz que los cazadores-recolectores, lo que eleva la tasa de fertilidad.
Está nueva situación fue impulsado a los agricultores, a querer hacerse de las tierras de los vecinos, ya no son nómadas, empiezan a desarrollar el impulso de clase y la ambición, ahí comienza la guerra. La sociedad se comienza a dividir en grupos sociales más distintivos, y con jerarquía sociopolítica.
Esto confirma que no estábamos programados para la guerra, fue algo que aprendimos. Cuando éramos cazadores-recolectores, había sitio para todos los grupos, espacio para vivir sin luchar, por lo que no había necesidad de confrontaciones y por lo tanto no podía existir propensión a la guerra.
Las guerras organizadas sin lugar a dudas comenzaron con la agricultura, hace unos 10 mil años y lo único que le han traído a la humanidad ha sido millones de muertes. Por ejemplo se considera que en la Primera Guerra Mundial, murieron de 20 a 40 millones de personas, en la Segunda Guerra Mundial de 50 a 80 millones muertes. En la guerra civil rusa, de 5 a 10 millones de muertes, en la guerra civil china 10 millones de muertes.
Algunos años después de la Gran Guerra, tres millones de armenios fueron asesinados por los turcos. En Ruanda, en el 1994, un millón de tutsis fueron asesinados. De 1845 a 1849 un millón de irlandeses murieron y un millón emigraron. Están los muertos de la guerra de secesión en EEUU, los de Afganistán, Irak etc.
En 10 mil años las guerras nos han dejado cientos de millones de muertes, heridos, mutilados y mujeres violadas. Todo por ambición, riquezas y poder, lo cual cada día sigue aumentado, sin importarle a los gendarmes del mundo, que están a punto de provocar otra Gran Guerra, que extinguiría la humanidad.
Cuando el primer homínido en salir de las aguas a tierra, el Sahelantropus Tchadensis, hace 7 millones de años, hubiera conocido el futuro a lo mejor se hubiera quedado en el agua. O que pensaría de esto, Lucy, llamada Australopithecus Aferensis, conocida como la primera mujer, hace 3 millones de años. Pero también cuál sería el parecer de Rudy, un Homo Rodolfensis, hace 1.7 millones de años.
Además, hubiera sido bueno saber que hubiera opinado hace 1.4 millones de años, el prímate llamado Homo ergaster. Además, cuál sería la opinión del Homo erectus, del Homo antecessor y del europeo, Homo Neardental,
A fin de cuentas, el responsable de las guerras es el Homo Sapiens, los humanos actuales, o sea nosotros. Pero nos dirán a su favor que aparecieron en Marruecos, hace más de 315 mil años y que vivieron tranquilos como cazadores-recolectores, por más 300 mil años.
Nos dirán que jamás pensaron en hacer guerras, pero que la agricultura los desvió de su camino, los puso a ambicionar, les desarrollo el ego, las apasionó por lo material y los hizo adictos al poder. Les mostró un mundo nuevo, donde podían tener esclavos, varias mujeres, mascotas y jerarquía política.
Nos dirán que así es el mundo, que no lo buscaron, pero que al experimentarlo le gustó, por lo que para mantener esa vida privilegiada, con recursos y poder, se convirtieron en guerreristas, saqueadores y explotadores de los más débiles.
Finalmente, los sapiens de la revolución agrícola, si estuvieran presente en este momento, simplemente dijeran, que todo lo hicieron por el avance y desarrollo de nosotros mismos. Y que le podríamos decir a los sapiens de la agricultura, si son nuestros antepasados y llevamos su ADN.