Retornando a Juan Dolio, desde Santo Domingo, vi una escena “normal” que se fijó en mi mente generando montones de reflexiones. Era un señor que quizá tendría mi edad, pero encorvado, le pesa la miseria que vive en un patio de Villa Francisca, lucía con más de 80 años.
Vestía de harapos, arrastraba unas chancletas amarradas con alambres, empujaba una improvisada carretilla construida con desperdicios de madera. Empujaba cuatro galones plásticos sucios, cargaba agua, quizá lo hace toda su vida, como hicieron sus padres, y sus abuelos, varias generaciones familiares en pobreza absoluta.
Aunque parezca ineficiencia no lo es, el Estado es una maquinaria eficiente, siempre consigue lo que quiere cuando quiera.
Pasarán su “reforma fiscal” porque lo decidieron, los pobres no tienen agua porque lo decidieron, ambas son decisiones políticas.
Si deciden llevarle agua a los pobres, como decidieron imponer la reforma fiscal, los pobres tendrían agua.
La “ineficiencia” gubernamental, creó “oportunidades de negocios” tenemos más de 200 purificadoras, envasadoras de agua formales, y cientos de camiones informales vendiendo agua, está privatizada.
Privatizarán la electricidad, para eso designaron al señor Celso Marranzini, dueño de generadoras eléctricas, como jefe del sector eléctrico. Así construimos un disparate perfecto: dos naciones bajo un Estado.
En una nación vive el microscópico grupúsculo que habita villas, usa autos de Alta Gama, y apartamentos en lujosas torres, gastando en las “malls” suntuosas. La otra nación, la mayoría, vive en la Edad Media, viste harapos, calza chancletas rotas, vive sin agua ni electricidad, están desdentados, los dentistas son caros.
Ahora los sedientos, harapientos, y descalzos, pagarán más impuestos para cubrir los servicios de una astronómica deuda externa, ignoramos cómo se gastó. Eso no tiene importancia, importante es pasar la “reforma fiscal urgentemente”.
Mataron al jefe en 1961, hace 63 años, más de medio siglo, tenemos una “democracia” donde “demos”, (el pueblo) con toda su “cracia”, (poder) no tiene agua para beber. Si el “demos” no tiene agua, ni “cracia” para conseguirla, resulta claro, obvio, innegable, esto no es democracia.