Nos esperan el empeoramiento de todos los servicios públicos, crecientes protestas laborales, y multiples escándalos de corrupción, sobre cuatro años de muchas promesas incumplidas, sin realizaciones visibles.
Las enfermeras están en huelga, solo demandan que el gobierno cumpla los compromisos legalmente acordados. Las bioanalistas tienen reclamos similares; la credibilidad pública es casi nula. En el sector salud, solo falta la huelga de médicos.
El año escolar empezó a empujones y tropezones, después de haber sido pospuesto varias veces. No hablan de la falta de aulas; parecería que todo está “normal”.
Anoténelo, pronto podemos tener una huelga de maestros.
El servicio eléctrico se deteriora a niveles que hasta hace poco tiempo eran impensables; se retrocedió todo lo que se avanzó, ese estratégico sector está peor que nunca.
Esta crisis energética no es por ineficiencia, está deliberadamente bien planificada; hay un grupo económico allegado al gobierno “preseleccionado” para adquirir el sector eléctrico. Será uno de tantos fideicomisos dirigidos por el cambio.
Debemos tener algo claro: como todo está decidido, los beneficiarios, de seguro ligados a importantes donantes de campaña, requieren que el sistema esté en ruina total, absoluta. Así se verá más su “vocación de servicio”.
La crisis energética se incrementará, y lo que proponga el gobierno lo aceptaremos, no porque creamos en él, sino porque tenemos fe de que se producirá un milagro.
Cada fideicomiso, recuérdenlo, es una forma del gobierno de admitir que no sabe administrar absolutamente nada, y por eso le “entrega" empresas al sector privado para que las administre.
El primer año del segundo período transcurrió en distracciones sobre la vida intrapiernosa de varios funcionarios y funcionarias. Todo se explotó políticamente, porque el gobierno no tiene nada que mostrar, por eso garantiza el circo constante.
Se multiplicarán los problemas laborales, empeorará el servicio energético, viene la “reforma fiscal”, empezarán a salir múltiples escándalos de corrupción administrativa, y el gobierno querrá detener el tiempo.
Los próximos 36 meses pueden ser bastante difíciles; al gobierno y al pueblo les faltan tres largos años.