Intentaron asustarnos con los “peligros” de la “desinformación y las noticias falsas”, fracasaron, pero persisten, los esfuerzos continúan. Ahora establecen una “diferencia” entre la “libertad de expresión” y las “expresiones de odio”, las últimas son “peligrosas”.
Desde siempre la gente miente e inventa cosas, si ilegalizan mentiras, noticias falsas y discursos de odio, todas las cárceles estarían llenas de políticos.
La nueva mentira, para controlar la libertad de expresión, es que nos “protegen” de los “discursos de odio”.
Quizá venga un evento catastrófico, como un “ataque terrorista”, nos asustaremos, manipularán el pánico colectivo e impondrán sus controles draconianos sobre nosotros, controlando nuestra libertad de expresión. Para “protegernos de nosotros mismos”, nos “quieren mucho”.
Durante la pandemia, Joe Biden “combatió noticias falsas y desinformación”, después del asesinato de Charlie Kirk, Donald Trump “combate discursos de odio”. Intentan controlar nuestra libertad de expresión, usando puras mentiras.
Aquí Trump y Biden persiguen el mismo objetivo: controlar la libertad de expresión, cuando dos figuras aparentemente tan diferentes buscan exactamente lo mismo, eso “viene de arriba”.
Impondrán su voluntad sobre nosotros, como siempre, el primero, Biden, fracasó, el segundo, Trump, va por el mismo camino, el tercer intento será el definitivo: la fuerza.
Gente muy conectada a la inteligencia israelí, estadounidense y británica ya “filtra” informaciones “confidenciales” sobre “inminentes” ataques terroristas.
En septiembre del 2000, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, visitó el templo del monte, lugar súper sagrado del Islam, se consideró una profanación, vino el levantamiento: Intifada.
Antes del año, el 11 de septiembre del 2001, tuvimos los ataques a Nueva York y Washington, 24 años después Israel masacra palestinos, se habla de genocidio.
Las condiciones están “maduras” para justificar “otro ataque terrorista”, ellos tienen una agenda que imponer, nada debe sorprendernos.
Trump puso nuevamente la palabra “terrorista” en el discurso público, si aquí no hay “conspiración”, tampoco hay “coincidencia”.
