En mayo del 2013, el DSM-5 (Manuel Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), unificó varios trastornos, creando lo que llamó el Trastorno del Espectro Autista (TEA). Estableciendo dos características básicas para el diagnóstico: Deficiencias en la comunicación e interacción social y patrones de comportamiento, intereses o actividades restringidas y repetitivas.
La DSM-5 con esta decisión al mismo tiempo crea una nueva clasificación, que en vez de grados, (leve, moderado y severo). comienza a hablar de niveles, partiendo del apoyo que la persona necesita en su vida diaria. Así establece el Nivel 1, el nivel 2 y el nivel 3, para el Espectro Autista.
Los del nivel 1, son los considerados de alto funcionamiento, que a pesar de pertenecer al Espectro Autista, pueden llevar una vida independiente, lo cual les permite estudiar y desarrollar actividades laborales a pesar de sus dificultades. Con los de este nivel es importante tener ciertas precauciones, ya que al ser sus síntomas muchas veces imperceptibles, en un gran porcentaje pueden ser víctimas de procesos de ansiedad, ataques de pánico y depresión, fruto de las decepciones y frustraciones, por lo que pueden necesitar apoyo de su entorno. Los del nivel 2, aunque pueden llevar una vida con cierta independencia, requieren supervisión y ajustes significativos en su entorno, necesitando ayuda frecuente para desenvolverse social y laboralmente, siendo sus dificultades notorias por los demás. Y están los del nivel 3, que son los que tienen severas dificultades en la comunicación, necesitando apoyo en casi todos los aspectos de la vida, por lo que suelen requerir de cuidadores permanentes.
Aunque el Espectro Autista es una sombrilla muy amplia, por lo general tienen en común, la dificultad para hacer contacto visual, problemas para iniciar o mantener interacciones sociales, compartir intereses y comprender intenciones de otras personas. Tener aleteo en las manos, problemas con la motora fina, movimientos corporales repetitivos o el uso de frases y palabras repetidas. Son proclives a las rutinas y a tener una fuerte aversión para adaptarse a los cambios, así como una inclinación a asumir intereses intensos en temas particulares. Además, son inclinados a tener reacciones inusuales a estímulos sensoriales, como sonidos, luces, texturas, olores y sabores.
Es importante comprender que ser del Espectro Autista, no implica tener un daño cerebral, porque no es una enfermedad, sino una condición del neurodesarrollo, que tiene un origen genético o neurobiológico. Aunque se dice que hay factores ambientales que pueden incidir, lo cual no está comprobado.
Existe mucha incomprensión y mitos sobre el Trastorno del Espectro Autista, ya que son seres humanos simplemente únicos, que vienen al mundo con conexiones neuronales diferentes y de cómo estas conexiones se combinan entre sí (sinapsis). Los del TEA a diferencia de los neurotípicos, tienen una hiperconexión en algunas áreas del cerebro y una hipoconexión en otras.
Por lo general en las áreas del cerebro que tienen que ver con la memoria y la deducción lógica, los del TEA tienen mayor conexión neuronal y menos en las áreas más lejanas relacionadas con la socialización. Está demostrado además, que su conexión neuronal es mayor en el hemisferio izquierdo que el derecho y que la conectividad entre los dos hemisferios es más lenta que lo normal.
Está demostrado que los del Espectro Autista, pueden desarrollar nuevas conexiones neuronales a lo largo de la vida por la plasticidad cerebral. Esto unido a la madurez emocional y la experiencia acumulada, puede contribuir a mejorar su calidad de vida, a tener mayor adaptación y un mejor manejo de los retos.
En los últimos tiempos la proporción de personas pertenecientes al Espectro Autista, ha aumentado significativamente, llegando a uno por cada 100 personas. Aunque un estudio reciente del 2022, arrojó que en Estados Unidos la proporción es mayor, de uno por cada 36 habitantes.
Esto nos indica que estamos avanzando en el conocimiento y diagnóstico de la condición del Espectro Autista. Ojalá logremos que los diagnósticos se produzcan antes de los 3 años, para evitar que muchas personas se sientan diferentes, en un mundo donde son maravillosamente únicos y especiales.