Llueve. Simplemente llueve. Como para olvidarse de un mordiente país y aplazar la palabra que pide, la palabra que clama, la palabra que hiere, la palabra que ofende. Llueve, simplemente llueve, como homenaje a la flor, como regalo a la fruta, como regalo al amor de los amantes. Llueve. Simplemente llueve, para olvidar el trabajo, para olvidar la escuela, para olvidar los deberes ciudadanos. Llueve. Simplemente llueve. Para no pensar en elecciones ni esperar nada de sus candidatos. Llueve. Simplemente llueve. Para no medir el alcance del escaso salario. Llueve. Simplemente llueve. ¡Que viva la lluvia, carajo!



