La turba amarró al inmigrante haitiano y, atado como un animal, lo arrearon, halaron, empujaron, escupieron, aporrearon, también lo machetearon.
En la calle, hincaron al desdichado innominado, pusieron su cabeza sobre un tocón y, de un hachazo, lo decapitaron. Su cabeza sanguinolenta rodó por el pavimento dejando un hilo de sangre, su cuerpo cayó con los brazos abiertos, formando una cruz ensangrentada.
La dramática historia, contada por Ramón Urbáez, en el Listín Diario del 3 de mayo de 2009, ocurrió en el barrio Buenos Aires, de Santo Domingo. Ese día, la Asamblea Nacional modificó la Constitución, negándoles a los descendientes de haitianos la nacionalidad dominicana.
Ocurrió a plena luz del día, nadie fue condenado. El racismo, como toda patología social no diagnosticada, ni tratada, evoluciona en una enfermedad hereditaria corrosiva.
La élite de Santiago, cuna del poder económico y político dominicano, intenta callar un crimen racial, con apoyo gubernamental.
El 14 de noviembre, Stephora Anne-Mircie Joseph, de 11 años, murió durante una excursión que el Colegio Da Vinci, de la élite santiaguera, organizó para sus estudiantes sobresalientes.
"Se ahogó” en una piscina con 17 niños, monitoreada por 18 cámaras de seguridad y tres profesores del Colegio Da Vinci, pero nadie vio nada.
La niña desciende de inmigrantes haitianos, el gobierno calla, apostando al olvido.
Los padres de Stephora recuerdan sus quejas: “me dicen maldita negra, maldita haitiana; no quiero mi color de piel”.
Los niños no nacen racistas, sus padres los envenenan.
El presidente Luis Abinader coquetea con la élite santiaguera, quizá nunca aclare esto. Un hijo de la procuradora General de la República, Yeni Berenice Reynoso, estudió en el Colegio Da Vinci. La fiscalía de Santiago rechazó una querella contra ese colegio.
Cuando nos acusen de “racistas” en foros internacionales, estos casos lo confirmarán, no hay “campaña contra el país”.
El gobierno es cómplice de crímenes raciales, garantiza la impunidad de racistas que envenenan a sus hijos con odio racial. Una sociedad que protege a racistas asesinos de niños, está seriamente deshumanizada.





