El odio y la traición están separados por una línea muy fina, por lo que en determinados momentos no puedes distinguir cuando se actúa por una cosa o por otra, o cuando sencillamente se hace por las dos, ya que quizás sin proponértelo una te lleva a la otra.
Voy a intentar realizar un ejercicio en esa dirección para ver a que conclusión las realidades nos llevan a una tesis en ese sentido, entendiendo que es un caso basado en hechos ficticios.
Vamos a comenzar por una persona que ostentando la función de ser el máximo representante de una institución, en un proceso donde se van a elegir autoridades que forman parte de ese estamento, procede a entregarle las documentaciones a los adversarios para concertar una alianza en detrimento de un sector de la misma institución que dirige. Esto realizado en más de una ocasión.
Esa misma persona pero en este caso en una confrontación con una institución adversaria, dedicarse conscientemente a sabotear la unidad, los trabajos y a excluir la mayoría de ese conglomerado para facilitarle el triunfo al enemigo, violentando todos los procesos institucionales hasta el punto de desarticular la estructura elegida por las vías procedimentales correspondiente, para planificar y derrotar al contrincante.
Un sabotaje que no sólo se detiene en ese punto, sino que traspasa lo insólito, al trabajar subrepticiamente para el candidato opositor y al mismo tiempo llevando a sus acólitos a adoptar ese misma posición en contra del representante de su organización.
Después de concluida esa contienda y como una manera de crear confusión, prestarse a elaborar un manifiesto basado en el criterio hitleriano, de endilgarle a los protagonistas de los resultados positivos, ser los responsables de la deslealtad que ellos cometieron.
Para finalizar ésta narración con ribetes de ficción, el personaje de marras prefiere que el administrador de una comarca cualquiera, en vez de formar su cuerpo de apoyo con los miembros de su entidad y sus aliados, lo presiona para que lo haga con los representantes de la entidad opositora y que representan la línea enemiga.
En realidad ésta historia ficticia que nunca ha ocurrido de esta manera, nos desnuda al odio personificado en un ser humano, lo cual irremediablemente lo arrastra a la traición más extrema. Por lo que mi conclusión en estos casos y otros parecidos, es que cuando te dejas obnubilar por el odio, estás en el preámbulo de la traición.