En días pasados escribí un artículo sobre los sueños de Pilarín, basado en una novela de la dominicana Abigael Mejía, escrita en 1925, donde relata la vida de una niña de nombre Pilarín y lo controversial de su vida en España.
Al parecer algunos seguidores de mis escritos, en ocasiones no interpretan adecuadamente lo que se esconde detrás de ellos, por lo que empiezan a hacer elucubraciones muy alejadas de mis reales intenciones, normalmente esto ocurre cuando no te despojas de los prejuicios y todo lo observan a través de un filtro que cubre su mente y no desde su interior.
Al ver es invalidez mental para entender las cosas, me vino a la mente el Soliloquio de Pedro Calderón de la Barca, extraordinario escritor español, nacido en el 1600 y fallecido en el 1681. Este Soliloquio es considerado el más famoso del drama español, donde al final del primer acto, Segismundo piensa en la vida y en su suerte.
Yo sueño que estoy aquí, de éstas prisiones encargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi.
¿Que es la vida? Un frenesí
¿Que es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el menor daño es pequeño: Que toda la vida es un sueño, y los sueños, sueños son.
Sueña Pilarín, porque según Calderón de la Barca, "Los sueños, sueños son".