Odebrecht es una constructora de origen brasileño que utilizando el soborno como modus operandi se convirtió en una de las más sobresalientes entidades del sector de la construcción en 18 países del mundo, 12 de estos pertenecientes al continente Americano y dentro de los cuáles se encuentra incluida la República Dominicana.
Odebrecht exhibía un desproporcionado crecimiento y una exitosa jornada en las licitaciones públicas en todas las naciones donde tienen presencia.
Su método hasta hace poco parecía ir andando muy bien, pero como no hay mal que dure 100 años, esta estructura camorra se ha ido desplomando, fruto de una investigación que en la actualidad se ejecuta en su contra en Brasil.
En aras de que las penas por sus crímenes sean reducidas, Marcelo Odebrecht y otros procesados en Brasil, acordaron colaborar con la fiscalía de ese país admitiendo los sobornos efectuados por esa organización mafiosa, así como los funcionarios que los recibieron.
En el caso de la República Dominicana, según se ha declarado en Brasil y publicado en el portal web del Departamento de Estado de los Estados Unidos, el monto en sobornos asciende a 92 millones de dólares que habrían sido distribuidos entre el año 2001 y el 2014, para adjudicarse obras que en suma superan los doscientos mil millones de pesos, casi una tercera parte de nuestro actual presupuesto nacional.
Llama a preocupación que semanas después de este anuncio, la Procuraduría General de La República no haya utilizado la Cancillería para solicitar todos los detalles a Brasil y Estados Unidos respecto a esta investigación, para posteriormente someter a la acción de la justicia a quienes de manera desconsiderada comprometieron el erario público facilitando la construcción de obras sobrevaloradas, en su mayoría financiadas y que aún debemos.
Y esto no es un asunto de personas ni de partidos, pues si bien esta constructora labora en la actualidad con el oficialismo, los que hoy se hacen llamar "líderes de la oposición" fueron quienes los trajeron en el 2001 y sembraron la semilla para que se convirtiera en el imperio corrupto que es hoy, el tema de la corrupción es una cultura casi tan antigua como nuestra historia que lesiona a los más necesitados y alimenta la desigualdad en el país, pues se supone que el excedente de la sobre valoración de esa obras debió ser destinado a la construcción de hospitales, escuelas, empleos, etc.
Pero llama aún más a preocupación que esta constructora brasileña, a pesar de su confeso y asqueante modo de hacerse de licitaciones, siga operando con toda normalidad en nuestro territorio. ¿Por qué no se ha eliminado la posibilidad de que Odebrecht participe en futuras licitaciones en nuestro país como sucedió en Panamá?, ¿Por qué no exigimos a Odebrecht que devuelva el excedente de las obras que ha construido en el país desde el 2001 como lo hicieron Perú y Estados Unidos?, ¿Por qué de manera provisional no se gravan medidas conservatorias sobre los activos de Odebrecht en República Dominicana como sucedió en Suiza?
El caso Odebrecht debe ser la tapa del pomo. Y nada me agradaría más que sean mi partido y el presidente por el que hice esfuerzos para que continuara dirigiendo los destinos del país, quienes se constituyeran en el punto de inflexión que necesitamos para que de una vez y por todas esta cultura histórica de corrupción que nos ha arropado por generaciones llegue a si fin.
Quien se enriquece con el erario público debe ir a la cárcel sin importar el capital político que eso implique. Cada peso hurtado o desviado de las arcas del Estado se traduce en un golpe a la prosperidad del país y en menos oportunidades de progreso e inserción en el mercado laboral para nosotros los jóvenes. …Basta ya!