
Vladimir Alonzo
En medio de una enorme expectativa, fruto de la que es a ciencia cierta la peor crisis que, por el caso Odebrecht, ha enfrentado durante su gobierno, el presidente Danilo Medina rindió cuentas ante la Asamblea Nacional por quinta vez el pasado lunes.
El discurso como era de esperarse, muy bien estructurado en términos dialécticos y de oratoria, pero en cuestiones de fondo, como también era de esperarse, minado de luces y sombras.
Luces
Para muchos, el pico más alto del discurso lo constituyó la aquiescencia del mandatario al justificado reclamo de un aumento salarial a los policías y militares que en algunos casos ascienden hasta a un 131%, monto que a pesar de ser muy bueno, todavía no coloca las escalas salariales de los uniformados a las cifras ideales, pero que por las limitaciones presupuestarias que padecemos, debemos aceptar es un gran avance y mucho más de lo que se esperaba.
Pero para mí en particular, lo mejor del discurso fue ver al Presidente de la República encarar al insaciable empresariado, específicamente al sector de generación eléctrica, que en apenas más de una década le ha costado al Estado más de 11,000 millones de dólares, un 75% de nuestro presupuesto nacional actual, por eso tenemos una de las energías eléctricas más caras del mundo, a pesar de que el servicio es aún muy deficiente, como dijo el propio Presidente durante su discurso "eso llora ante la presencia de Dios".
Ya era hora que un presidente los pusiera en su lugar y les restregara en la cara que nunca han sido más que un puñado de sanguijuelas que se han aprovechado de la miseria y el caótico e insostenible sistema de generación y transmisión eléctrica que tenemos y que tanto nos ha costado.
Sombras
A mí no me satisfizo lo expresado respecto al caso Odebrecht. Si bien manifestó la voluntad de que el caso llegue "hasta las últimas consecuencias" y "caiga quien caiga", las acciones que hasta hoy se han ejecutado en ese sentido, no se corresponden con esa manifiesta voluntad.
Los ministerios públicos y procuradurías generales de otros países como Perú, Colombia, no han dependido de que la justicia brasileña revele identidades para los sometimientos que ya existen.
Es una vulgar mentira decir que si hasta hoy no se ha sometido a nadie es por instrumentar correctamente los expedientes, para no incurrir en errores procesales, debido a que para la primera fase de un proceso penal, que es la medida de coerción, no se necesita presentar acusación, tiene pocas formalidades y después de ella el Ministerio Público puede disponer de un plazo de hasta de 18 meses para investigar e instrumentar su acusación, plazo de sobra para que lo hagan correctamente.
Así que si hasta hoy no se ha sometido a nadie, es porque sencillamente el Ministerio Público aún no tiene a nadie o lo tiene y no ha querido hacerlo, lo que le hace lucir incompetente y rezagado en comparación a sus homólogos de otros países, que repito, no han dependido de la justicia brasileña para someter a la acción de la justicia a los sobornados por Odebrecht en sus respectivos países.
No nos quedará de otra que esperar hasta mayo, que es hasta cuando la justicia brasileña está impedida de revelar los nombres de los sobornados en nuestro país. Ojalá que para cuando esta fecha llegue y la Procuraduría General de la República presente solicitud de medida de coerción contra los sobornados, estos no hayan agarrado sus millones y se hayan ido hasta ni donde el sol los reconozca, como lo hizo el expresidente de Perú, Alejandro Toledo.
Por último, aunque a cualquiera pondrían a soñar todas las obras y proyectos prometidos para los próximos años, llama la atención que en la agenda presidencial no exista un pacto fiscal para re acomodar y eficientizar la recaudación de impuestos. Y llama la atención, porque en la actualidad un 38% de lo recaudado mediante impuestos y aranceles por la DGII y la DGA, es dedicado al pago de nuestra deuda externa, lo que lleva a uno a preguntarse: Si no es con un pacto fiscal, de dónde va a salir el dinero para financiar todo lo prometido el 27 por el Presidente?