El 2016 vio caer en el abismo a muchos que parecían ganadores: Hillary Clinton y el Partido Demócrata fueron derrotados por Donald Trump; el gobierno de Colombia perdió el plebiscito de consolidación del acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC y los británicos, que aspiraban a seguir formando parte de Europa, se hundieron en el Brexit.
¿Inesperado? ¿Casual? ¿Errores en la campaña electoral?
Mi tesis es que este tipo de derrotas casi nunca es un problema táctico, de corto plazo; casi siempre es un problema estratégico, de mediano y largo plazo.
No son los eventos de último momento ni los errores coyunturales ni la propia campaña electoral en sí misma, el problema es la estrategia.
Las derrotas electorales no surgen de la nada por generación espontánea. Las derrotas se construyen con paciencia y esmero. La campaña electoral solo permite cosechar lo gestado por lo menos 2 o 3 años antes.
Y podría pronosticar que el 2017 traerá nuevas derrotas.
Cuando busquemos sus raíces las vamos a encontrar un par de años antes. En ese momento crucial en el cual los partidos políticos realizan su set de acciones autodestructivas.
Pero el 2017 también traerá otra cosa: partidos políticos asegurando desde ya su derrota en 2018, 2019 o 2020. Desde ya empeñados, sin saberlo, en caer ellos también al abismo.
¿Qué harán en 2017 los partidos políticos que caminan hacia la derrota?
El camino de la derrota está empedrado de buenas intenciones y de acciones autodestructivas.
Veamos las acciones autodestructivas que los partidos políticos harán en 2017:
1- Confiarán en su olfato, su intuición y su experiencia política más que en investigaciones cuantitativas y cualitativas del mercado electoral.
2- Pensarán en términos de datos duros y variables exclusivamente demográficas y sociológicas, sin profundizar en la psicología del electorado.
3- Tendrán una estrategia sin documentar por escrito; vivirán obsesionados con la coyuntura, con la táctica, con los títulos del periódico y del telediario de mañana.
4- Convertirán a sus rivales en el punto foco de atención del público y sacrificarán su estrategia de largo plazo en aras de lograr aparentes beneficios tácticos inmediatos.
5- Estarán focalizados más en los problemas políticos que en los problemas que viven cotidianamente las personas.
6- Construirán un mensaje narcisista centrado en ellos mismos más que en los destinatarios de su comunicación política.
7- Se verán a sí mismos solo como partidos políticos y no como centros productores y distribuidores de contenidos políticos.
8- Decidirán que el mejor momento para invertir dinero en su campaña política será durante el año electoral mismo.
9- Soñarán con espléndidos comerciales de televisión que llegarán en su rescate en la recta final de la campaña electoral.
10- Verán al adversario que los va a derrotar y dirán que es imposible perder con ese candidato.
Los partidos que realicen estas acciones lo harán con convicción, casi con alegría. Para ellos es claro: así se hicieron siempre las cosas y así se seguirán haciendo. Punto.
Y todo queda claro.
¿Claro?
Pues…no. que no, que mientras piensan y hacen de este modo, uno de sus rivales seguramente está buscando un camino diferente.
Tal vez sea ese, justamente, el rival que los derrote.