Poca gente, sin distinción de credo y/o colores, no respalda cualquier esfuerzo serio y real para luchar contra la impunidad y la corrupción. De eso no hay ninguna duda. Pero de ahí a utilizar como tontos a los ciudadanos que quieren un mejor país, con instituciones funcionales, transparentes, para perseguir otros fines amparándose en el escudo de la lucha anticorrupción, es mucha la distancia. Los que promueven la Marcha Verde y su apoyo mediático están muy pero muy equivocados y se embriagan creyéndose el cuento de que quienes asisten a esas demostraciones también apoyan los reclamos trasnochados y desenfocados contenidos en los manifiestos que al término de cada marcha leen y difunden los relacionadores del movimiento. Una buena parte de los que van a las marchas lo hace para dar constancia de su postura contra la depredación y el peculado, pero no para endosar los propósitos ¿ocultos? que mueven los hilos de esas manifestaciones, y que ya están quedando al descubierto con los pedidos, primero de renuncia y ahora de sometimiento a la justicia del presidente Danilo Medina. Mientras tanto, como decía Rodriguito: “…la vida sigue su agitado curso”.
El griterío
Los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura comenzarán hoy sus deliberaciones para la selección de los jueces que llenarán las vacantes en la Suprema Corte de Justicia y el Tribunal Superior Electoral. Si fuera por el deseo de los críticos y censores de siempre, incluidos la denominada sociedad civil, los seleccionados serían aquellos cuyos perfiles estuvieran más cerca de ser suizos que dominicanos. Es más, de ser por ellos, los beneficiarios de la selección quizás fueran algunos que ni siquiera fueron postulantes ni de los entrevistados ante el país. Pero la realidad es otra, la realidad a veces es dura, como en este caso, y ya veremos después de llenadas las vacantes el griterío de esas gradas que nunca están conformes si no se les complace…