Estamos a horas de recibir un nuevo año y todavía seguimos sin comprender lo que somos, sin ser capaces de adaptarnos al presente, lo cual es la causa principal del sufrimiento moderno. Seguimos siendo reacios a adaptarnos a un presente que siempre trae cambios inesperados, impredecibles e incontrolables.
Consumimos la mayor parte de nuestra energía resistiéndonos al cambio en lugar de adaptarnos a él. No comprendemos que la vida no está hecha para creernos cosas, sino para experimentarlas, por lo que vivir el presente sin pretensiones subjetivas, tiene excelentes efectos beneficiosos sobre la respuesta al estrés.
La vida es un proceso inteligente que se dirige a sí mismo, por lo que tener cerebro no es sinónimo de inteligencia. Por ejemplo los microorganismos y las plantas se comportan de manera inteligente. Los seres humanos de manera particular nos relacionamos con el proceso de la vida a través del aquí y ahora, aunque la mayor parte del tiempo estamos mirando para otro lado, llámese pasado o futuro.
Creemos que lo sabemos todo, pero como dice un famoso escritor, "Para volver a mirar debes dejar de lado todo aquello que crees saber". Sólo el que no sabe mira, por lo que la realidad jamás se podrá alcanzar desde la memoria, a lo máximo una huella confusa e imprecisa.
Somos energía, un trocito del universo compuesto por oxígeno, nitrógeno, hidrógeno y carbono. La combinación de estos cuatros elementos produce 20 aminoácidos diferentes, quienes hacen que el organismo sintetice las proteínas o ladrillos de la vida, que dan lugar a las neuronas, hormonas, músculos, órganos glándulas, uñas, piel, etc.
No somos un ente aislado, somos parte del universo, por ejemplo el carbono nace en el núcleo de las estrellas, por lo que éstas son las predecesoras de la vida, comprobado científicamente después de estudiar 150 mil estrellas. Con este estudio se comprobó que el 97% de los componentes de nuestro organismo nacen en ellas.
Hace 60 millones de años los mamíferos aprovecharon la extinción de los dinosaurios, para tomar el mando. 6 millones de años atrás un primate se puso de pie, comenzó a fabricar herramientas, a encender fuego, a cocinar, mientras su cerebro crecía. Hace 200 mil años sus células aprendieron a comerciar, a odiar, a amar, hasta dar lugar al Homo Sapiens Sapiens. El hombre que piensa y sabe que piensa.
Es importante saber de dónde venimos, nuestra evolución, para tener la más mínima idea de lo poco que sabemos. Para ilustrar un poco sobre esto, partimos de que nuestra estrella madre, el sol, es una de las 400 que forman la Vía Láctea (nuestra Galaxia) y el Universo tiene más de dos billones de galaxias. Por cada grano de arena que hay en la tierra, existen más de 100 planetas en el Universo con condiciones idóneas para la vida.
¿En realidad, qué somos? Un simple trocito del Universo, un poco de energía conectada a ese universo. Nuestros pensamientos son también energía, que nos llegan a la mente a través de propuestas neuronales. Pero esos pensamientos nos producen sentimientos y esos sentimientos nos provocan reacciones negativas, como tristeza, ira, frustración, celos, ansiedad, depresión, desidia, etc.
Si comprendemos lo que en realidad somos, nos sería más fácil dedicar el efímero tiempo que transcurrimos por la vida, viviendo el presente, el aquí, el ahora. Disfrutando de las pequeñas cosas, permitiendo que cada quien sea como quiera ser, sin tratar de cambiarlo. Haciendo lo que nos gusta y apasiona, dejando que las cosas fluyan de manera natural.
Al comenzar un nuevo año es importante hacer consciencia, que jamás debemos hacernos expectativas sobre nada, para no sufrir decepciones. Es básico comprender que no somos nuestro Ego, que ese es un yo falso que nos crea la sociedad y al identificarnos con él nos apartarnos de nuestra esencia, de nuestro ser, de nuestra alma de niño.
AL LLEGAR EL 2020: ¿QUE SOMOS?