Febrero es el Mes de la Historia Negra, un momento de celebración y reflexión sobre el viaje de los grilletes a la liberación, los logros y la lucha continua por la igualdad en todo nuestro país.
El movimiento Black Lives Matter alcanzó nuevas alturas y movió a nuestras comunidades a un despertar renovado y un propósito unificado, al mismo tiempo que trascendía las fronteras con el llamado a poner fin al racismo que resuena en todo el mundo. Este eco suena profundo para mí.
Nací en República Dominicana y crecí en un «batey», un pequeño asentamiento alrededor de un ingenio azucarero. Estos campos mantienen profundos lazos históricos con la esclavitud en una tierra donde la explotación deshumanizante comenzó mucho antes de la llegada de los esclavos en 1619 a las costas estadounidenses.
Cuando miro a nuestra ciudad hoy y especialmente a mis vecinos en el distrito 14 del Bronx, las lecciones de las luchas afroamericanas por la libertad y la dignidad se entrelazan con las de resistencia y eventuales logros en mi pequeño Batey. Sé que la identidad negra en ambos lugares significa una comprensión de la humanidad y la justicia social que trasciende la raza. Tengo la esperanza de diseñar y dirigir políticas para el West Bronx guiadas por el hecho de que todos los seres humanos merecen vivir con dignidad.
Que este Mes de la Historia Afroamericana sirva para inspirarnos y empoderarnos mientras buscamos el cambio que necesitamos.