Querido hermano:
Hay noticias que uno las recibe con alborozo, y no le queda más que celebrarla en la intimidad del alma, y luego compartirla con los amigos que sabe también participarán de ese gozo. Es lo que he sentido cuando me enteré que eres candidato para el Concejo Municipal por el Distrito 14 de El Bronx.
Hace tiempo que venía conminándote para que dieras el paso, pues sé de las prendas morales, éticas y de formación que te adornan, intuyendo que una candidatura tuya crearía un amplio apoyo y consenso en distintos sectores de la comunidad dominicana e hispana de la ciudad de Nueva York.
Sé que desde que te iniciaste en las lides públicas has tenido como norte el ideal martiano de que la política es un ejercicio para ayudar a los oprimidos y marginados. En esas lides te conocí en Santo Domingo y en las mismas continuaste ya en la Gran Urbe.
He sido testigo y en ocasiones compañero tuyo en muchas empresas. Y si algo he contemplado es la integridad, el compañerismo y la humildad con que te has manejado. Los aires del triunfo no te han mareado, las alturas del poder no te han borrado la perspectiva de lo que es la vida y sobre todo el papel que debemos tener en ella: trabajar por el bienestar de los otros.
Evoco hoy a ese joven Fernando Aquino que llegó a la ciudad de Nueva York siendo un inmigrante, un perfecto don nadie, y cómo a base del esfuerzo ha ido escalando, pasando a ser primero un periodista de raza que hizo historia en el Diario La Prensa con sus reportajes que yo celebraba junto al fenecido amigo Viriato Sención, un emprendedor entusiasta, un funcionario ético hasta conseguir ser un profesor y sin muchos aspavientos, conseguir un doctorado.
Sintetizarlo es fácil, pero cuando vuelvo la vista atrás, las brumas del tiempo sorteando, vienen a mi memoria los proyectos que emprendiste, las horas en que te vi estudiando y leyendo para formarte, las veces que bajo nieve o un sol lacerante, te vi lanzarte a la calles para que tu crecimiento intelectual no se detuviera.
Fueron días y años esos en que te vi laborar con el brazo humilde del hombre inmigrante y desplegar esfuerzos con el músculo del héroe griego, y a tu lado siempre Melissa, Gaby y Antonio, trípode que siempre has respetado y amado.
En Santo Domingo yo diría, ha llovido mucho, pero como le escribo a un auténtico neoyorquino como tú, digo: ha nevado mucho, pero tú sigues siendo el mismo, ahora con una envoltura espiritual, intelectual y política más formada.
Más que tu discurso sincero de que trabajarás por lograr bienestar para un amplio sector de neoyorquinos, te define tu norma y accionar de vida, donde la honestidad no es para pregonarla sino para actuar en base a ella.
Enhorabuena Fernando, tu candidatura. Cuenta con mi apoyo. La política en la ciudad de Nueva York, estoy seguro, gana, pues incursiona en ella un ser humano noble como tú, y los ciudadanos de esa urbe también, pues al triunfar sé que trabajarás para el bienestar común.
Un abrazo fuerte, tan necesario en tiempos en que los débiles alzan sus voces y salen a las calles.