“Fin de una Tiranía”
Treinta años cumple hoy esta tiranía humorística llamada Ajitití, implantada dictatorialmente en las páginas de El Nacional por el fraterno y siempre recordado Radhamés Gómez Pepín, maestro y gloria del periodismo nacional.
Sin que nadie haya complotado contra ella, excepto algunos politicastros que no resisten en su sensible epidermis un ají inofensivo, sigue esta entrega, en horario Corripio, “vivita y coliando”.
Después de tres décadas, no sabemos si estos textos breves semejantes a aforismos, que generalmente constan de una sola oración y que expresan, de forma aguda y original, pensamientos filosóficos, humorísticos, pragmáticos, líricos o de cualquier otra índole, merezcan ser ajusticiados.
Soy un “patarrajada” de San José de las Matas, que ignoraba la existencia de las greguerías, inventadas por el español Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), hasta que el profesor Juan Bosch, quien me estimuló a dar los primeros pasos por el angosto camino de las letras, me las diera a conocer.
Aunque odio y odiaré las tiranías, siempre se cuela en el ser humano un poquito de ego, del que tanto ha hablado Osho, de megalomanía; sin embargo, no puedo soslayar lo que dijo el profesor Bosch acerca de esta columna: “José Jáquez juega con la capacidad de la lengua española que le permite decir una cosa y al mismo tiempo decir lo que dijo palabras antes, un extraño don que descubrió este autor sin que necesitara dedicarle al estudio de la lengua el largo tiempo que le han dedicado otros para conocer sus misteriosas entrañas, ésas a cuyo conocimiento le dedicaron su vida Dámaso Alonso y Pedro Henríquez Ureña”.
No trabajamos el humor por inspiración.
Somos artesanos cuya materia prima es el día a día. No nos coge la noche perdiendo el tiempo de sacarle provecho a lo que pasa en nuestro país y el mundo, sin encharcarnos en un humorismo que duela en la risa o extraído con el sacacorchos de la vulgaridad.
Alguien dijo que los pueblos que no ríen no tienen derecho a progresar, y ese alguien soy yo, que lo está diciendo ahora mismo, y estoy muy de acuerdo conmigo.
Estos ajititíes, que son frases breves, cortas y paradójicas, o lo que es lo mismo, humorismo más metáfora, merecen un descanso, un respiro, para oxigenar el gusto de los lectores, que son los que le dan vida.
A partir del primero de julio y hasta el 15 del mismo mes, habrá una pausa, tiempo para reflexionar sobre la continuación o no de esta publicación, que recibe como estímulo los elogios de tanta gente, entre las que manifiesta que nuestro trabajo es un bálsamo para aliviar quebrantos y para olvidar penas.
El humor es una gota de miel sobre la hiel de la vida.
Se puede reír de uno mismo, pero no se puede reír de un pueblo.
El Nacional, la voz de todos, nunca, en 30 años, le ha puesto censura a mis entregas, por eso me he entregado a un periódico plural, independiente, veraz, cuyos ejecutivos estimulan y promueven cada día la libertad de expresión y de pensamiento.
Gracias a don José Luis Corripio y a Bolívar Díaz Gómez.
En la mesa de El Nacional he servido mi ají con la cuchara grande, y no se ha roto un plato.