Iniciamos formalmente la Semana Santa o Semana Mayor como muchos les dicen; si nos vamos a la liturgia es la ocasión más intensa de todo el año, en la cual se ora, se reza y reflexiona sobre la pasión y muerte de Cristo. Sin embargo, para muchos es una época de descanso y diversión.
Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su resurrección, que es primicia de la nuestra.
Esto días son ideales para recordar las enseñanzas de este sublime maestro del amor y la compasión comparándolas con nuestro estilo de vida para así poder establecer un patrón a seguir en nuestro diario vivir, en armonía con lecciones aprendidas, para de esta manera contribuir al enaltecimiento de los valores humanos en nuestra sociedad.
Los últimos días de Jesús en la tierra estuvieron rodeados de grandes pruebas y dificultades, la mayoría más fuertes de lo que cualquier ser humano creería poder ser capaz de soportar, pero aun así este gran maestros demostró actuando con su ejemplo, la grandeza que puede alcanzar el ser humano cuando se pone en contacto con ser interior y este comienza a manifestarse en obras.
Entre los ejemplo que dio Jesús durante estos días podemos citar el de mantener la dignidad al enfrentar las mayores tribulaciones, el perdonar la traición por comprender la debilidad, mantener la ecuanimidad ante los mayores retos, comportarse compasivamente hasta con sus mayores enemigos.
Además, la fidelidad a sus ideales ante las mayores tentaciones, y así muchos otros pero, tal vez su mayor ejemplo fue el mantener la confianza en Dios aun a costa de su propia vida y mediante está dar fe de la supervivencia del alma más allá del plano material.
Una vida ejemplar como la de este gran maestro nos invita a la reflexión sobre nuestro comportamiento para con nuestros semejantes, nuestra actitud ante la situación cotidiana y la manera en que pudiéramos mejorar si no lo proponemos.
Si hacemos aunque sea un pequeño esfuerzo por imitar el ejemplo de Jesús en nuestras vidas, estaremos dando grandes pasos hacia la elevación de la calidad de vida en este planeta y con ellos contribuyendo al acercamiento de la humanidad para unirse en una sola raza, donde todos los hombre seamos hermano y nos miremos los unos a los otros como iguales.
Cada día debemos imitar la actitud de Jesús, seguir sus pasos y nunca perder la fe, pero sobre todo que nuestra actitud sea ver el lado positivo de la vida; dice un frase que los seres positivo ven lo invisible, sienten los intangible, y logra lo imposible.
No importa en qué posición te encuentras, si en aquellos que toman estos días de asueto para ir la iglesia o aquellos que descansa o se divierten, lo importante es recordar siempre quienes somos y cuál es nuestro propósito en la vida. Busquemos en nuestros ser, y seamos seres de luz en este mundo y cada día luchemos para cambiarlo y hacer de él un lugar mejor para todos.