
El dirigente deportivo Luis Hernández, junto a su hijo Luis Felipe, quien hoy cumple sus 20 años, y se encuentra en Santiago participando en un torneo de su deporte favorito.
Un día como hoy, en una madrugada lluviosa, Dios y tu madre me dieron el privilegio de ser padre.
Recuerdo que aguaceros eran tan fuertes e intensos que por dos ocasiones no escuché al doctor De la Rosa tocar a la puerta. Tu madre gemía de dolor, pues tú le pedías insistentemente que te tarjeras a este mundo. Yo impotente, confuso e inexperto, no encontraba qué hacer.
Tu madre seguía diciéndome de tu petición de querer salir de ese encierro en el cual estuviste durante nueve meses. Así que decidido a escuchar tu petición de venir a estar con nosotros y atendiendo a los quejidos de tu madre quien una vez más me decías, llama al doctor, no aguanto más, abrí la puerta delantera de nuestra casa materna y una vez en el frente, miré en dos direcciones, y fue entonces cuando vi la luz del carro del compadre Edward, quien en ese momento llegaba a su casa, pues vivían en la casa de Alfredo que da a la discoteca.
Corrí despavorido, no me importó la lluvia, y gritando el nombre de Edward le dije, Anni se está pariendo y De la Rosa no viene a recogernos para ir a Gaspar Hernández. Al compadre le esperaba Yesenia su esposa en galería, pues era obvio que éste venía de una de sus caravanas. Me dice, me cambio suéter y nos vamos.
Seguían las fuertes lluvias; buscamos a Anna y partimos hacia Gaspar Hernández a eso de las tres de la madrugada, pues tu parto estaba pautado en el hospital de allí. De esa manera se inicia tu llegada a esta vida.
Hoy que han pasado veinte largos años y durante este tiempo he podido verte crecer y compartir tu dolor, tristeza y alegría; pero además he podido apreciar cómo ha sido ese proceso de niño a adolescentes y de ahí a convertirte en todo un hombre una vez más, quiero dar gracias a Dios, a tu madre, al doctor De la Rosa, y claro está, a mi hermano, compañero de infancia y cachanchán de tantas francachelas y caravanas festivas, mi compadre Edward.
Gracias por este gran regalo llamado Luis Felipe Hernández Fernández. Joven ejemplar, sinónimo de obediencia y humildad que tanto amo y respeto por su gran corazón.
Hoy que ya cumple tus veinte años, solo puedo seguir pidiendo a Dios que te siga bendiciendo y te conceda mucha salud, para que puedas seguir con tu proyecto de vida y con ella alcanzar todas tus metas.
Felicidades mi hijo, aunque hoy no estaremos juntos por primera vez en esto veinte años, sabes que estoy contigo, pues eres mi sucesor del cual me siento más que orgulloso de ser tu padre.
A las tantas personas que me han preguntado y preguntan, Luis por qué se retiró del basket si aún te quedaba combustible, hoy quiero decirles, no me he retirado sigo en cancha más joven y delgado, en ti está mi legado.
Felicidades, espero que la pases bien. Te quiero mucho mi hijo.