Hay acontecimientos que están ocurriendo en el mundo, que en verdad me tienen confundido, sin encontrar explicación razonable que justifiquen esas decisiones, pero al margen de mis deseos, están ocurriendo y cada día con mayor frecuencia y de manera más natural.
De esos acontecimientos que me refiero, el último es la decisión del pueblo colombiano a través de un plebiscito de rechazar el acuerdo de paz del Gobierno de ese país con la FARC, lo cual dejó a todos sorprendidos, porque los sondeos, encuestas y la misma percepción apuntaban a un triunfo arrollador del SÍ, por lo que este ejercicio democrático se entendía que se iba a realizar por simple cumplido protocolar.
Es difícil de comprender como un pueblo que tiene 50 años en guerra, viviendo en un ambiente de tensión permanente, con más de 250 mil muertos en ese proceso bélico, prefiera que esto continúe, a que el país vuelva a la paz, la tranquilidad y un ambiente de compañerismo y hermandad entre los colombianos.
La única explicación que encuentro a ésta decisión me obliga a remontarme a los miles de años que el ser humano ha vivido en una lucha de unos contra otros, en una guerra desde sus orígenes por imponerse ante sus vecinos y rivales. Entiendo que culturalmente el ser humano está habituado al fratricidio, a la confrontación, al enfrentamiento, por lo que tiende en determinados momentos a favorecer este tipo de vida, que a otro basado en la paz.
Sencillamente en Colombia se ha impuesto el criterio basado en el odio, los resentimientos, la rivalidad y la guerra, por lo que más de la mitad de la población prefiere que continúe este ambiente, lo que los ha llevado a tomar ésta decisión triste, penosa y lamentable. Pero esa es su decisión y hay que aceptarla y respetarla, por lo que el tiempo hablará en su momento.
Al observar el caso colombiano y relacionarlo con lo que está pasando en Estados Unidos, donde un personaje lleno de odio, racista, xenófobo, estafador, mentiroso, evasor de impuesto, ególatra, sin preparación académica y menos de estadista, un actor y especialista del fraude y el engaño, un machista y abusador de los pobres y los más débiles. En resumen que una caricatura de ser humano, éste compitiendo con posibilidades de ser el Presidente de la Nación más poderosa del mundo, es algo que debe movernos a preocupación.
Tenemos la experiencia de Alemania, en ese momento el País más culto del mundo, que eligió y siguió a un loco, maniático y fascista como Hitler, lo que llevó al mundo a la segunda guerra mundial y puso en peligro la estabilidad del planeta. En realidad a veces los pueblos toman decisiones tan controvertidas, dañinas y nefastas, que muchos nunca llegan a comprender.
Estos casos de Colombia y Estados Unidos son dos ejemplos de lo mal que anda el mundo, ojalá que el error de los colombianos, no lo repitan los hijos de América.