El gobierno, en Venezuela, ha tomado una ruta peligrosa, muy peligrosa, actuando en forma antidemocrática y desconociendo las reglas elementales del pluralismo y la diversidad. Esa nación está virtualmente dividida entre gobiernistas y opositores, pero la salud de su presente y futuro no puede estar sujeto a la imposición sumaria de decisiones unilaterales. Es cierto que nadie tiene la verdad y razón absolutas, pero el gobierno de Nicolás Maduro se coloca al margen de los preceptos democráticos cuando trata de avasallar a sus oponentes, y busca imponer sus ideas con el mazo que sólo esgrimen los tiranos. La sin razón no entiende ni asimila las disidencias, y Venezuela, siempre tan solidaria con República Dominicana y con los demás países del hemisferio en la defensa de los principios de la democracia, que ha sido ejemplo en el pasado de la alternancia en el ejercicio del poder, ofrece ahora a sus pares un pobre y mediocre ejercicio de una caricatura democrática, lo que sabemos no tiene porvenir. Lo lamentable es, que la búsqueda y alcance de mejores estadios de tranquilidad y democracia, tenga que eventualmente abonarlo la sangre del pueblo venezolano. ¡No jueguen con candela…!
Por un pelito
Lo sucedido en Pro Competencia, que destapó la adjudicación de un contrato en favor de una empresa publicitaria a la que se vincula a la pareja sentimental de la presidente de esa institución para el cambio de imagen de la entidad oficial, y que involucraba un pago de casi 2 millones de pesos, encendió las alarmas en otra instancia estatal de cierta autonomía, cuyo nuevo titular ya estaba en los mismos aprestos de Pro Competencia, en este caso contratando a un familiar muy cercano para la tarea del cambio de imagen, lo que quedó en el limbo, ya con todo preparado para su ejecución, como una acción preventiva para evitar, ¡por un pelito!, que se destapara otro affaire salpicado de nepotismo, tráfico de influencia y ventajismo. Pisen fino, muchachones…