“Nunca es bueno cambiar de caballo, cuando se está cruzando un río” (refrán popular repetido por Joaquín Balaguer)
Pensé que me habían sacado del padrón del Partido Revolucionario Moderno porque renuncié de la dirección en una carta pública, pero me informó el entonces secretario general, Chú Vásquez, que mi dimisión no fue discutida ni aceptada, razón por la cual sigo estando inscrito. Me busqué y me encontré, por lo tanto, tengo derecho a elegir y ser elegible, como ordena la Constitución de la República.
Así las cosas, ya tengo ubicada la dirección y la mesa donde me corresponde sufragar. Y me alegro de poder hacerlo. ¡Tengo mi candidato favorito!.
Como supondrán los lectores, votaré entusiastamente por Luís Abinader, porque creo que merece seguir gobernando el país durante cuatro años más; por varias razones fundamentales: Primero, ha sabido conducir el país en medio de las mayores vicisitudes imaginables, verbigracia, la pandemia que azotó al mundo, manteniéndolo sumergido en una profunda crisis sanitaria, posteriormente, la crisis económica global, consecuencia de la guerra entre Rusia, Ucrania, Estados Unidos y la OTAN, invirtiendo sumas millonarias, sin precedente, para evitar que la inflación se tragara los recursos de los sectores más carenciados.
El teórico comunista búlgaro Jorge Dimitrov dijo, hace que muchos años, que en política lo más importante es saber nadar en las aguas turbulentas de la lucha de clase y no quedarse en la orilla como simple observador de las olas que se acercan. Guardando la distancia y la coyuntura historia y social, es lo que ha hecho Abinader durante los momentos críticos que le ha tocado gobernar. Nadar en las aguas turbulentas de las crisis continúas que le han caído en las manos sin prevención.
Al presidente Abinader nunca le tembló el pulso para enfrentar todos los avatares que ha encontrado en su camino durante su gestión de apenas tres años; por el contrario, ha adoptado las medidas que las circunstancias han demandado, medidas cruciales y valientes, para mantener el rumbo de la nave para que no se hundiera en “aguas turbulentas”.
Y segundo: Porque ha sido coherente en su lucha contra la corrupción que tanto daño le ha hecho al país durante décadas. Éramos, hasta no hace mucho, uno de los países más corruptos del mundo, hoy, gracias a su permanente vigilancia y cuido de los fondos del Estado, hemos mejorado en transparencia sustancialmente, como lo reconocen organismos internacionales y nacionales.
Como han dicho algunos analistas políticos, “Luis Abinader ha resultado mejor presidente que candidato”, con lo que estoy totalmente de acuerdo. Haberlo subestimado creyendo que era “paja de coco”, fue un error que ahora pagan sus adversarios, porque el hombre ha resultado ser “un hueso duro de roer”, “duro de matar”.