En un pequeño pueblo de un país de América Latina vivían dos personas con una notable inclinación a la avaricia uno y la envidia otro. Por esos rasgos tan notables no caían muy bien en la población.
En una ocasión salieron juntos a dar un paseo por un bosque cercano, donde se encontraron con un personaje y su lámpara mágica. De inmediato el genio de la lámpara les manifestó que cada quien pidiera un deseo.
La condición que les puso el genio de la lámpara fue que lo que pidiera el primer deseo sería duplicado en favor del otro. Ambos se quedaron en silencio por un largo rato, el ambicioso pensó que iba a esperar que el acompañante pidiera primero para tener el doble.
En cambio, el envidioso que sabía de las intenciones del amigo, de que por su ambición mejor esperaría, pensó que no podía pedir primero, porque luego se moriría de la envidia al saber que solo tenía la mitad de su compueblano.
Después de reflexionar mucho el envidioso tomó una decisión, manifestándole al genio de la lámpara, que había decidido pedir el primer deseo y que este sería que le sacara un ojo. De esa manera el ambicioso quedaría ciego y él saldría ganando, aunque tuviera un solo ojo y no lograra nada del genio de la lámpara.
ENSEÑANZA:
Este relato nos ilustra de hasta dónde es capaz de llegar el ser humano cuando es dominado por este tipo de sentimientos negativos. Simplemente prefieren hacer lo que sea, aún en su detrimento, antes que permitir que su adversario logre su objetivo.
En este espejo debemos de vernos, pero sobre todo quienes quizás sin proponérselo, han afectado entidades, por no permitir que un adversario circunstancial salga beneficiado momentáneamente.
Es algo fuerte y muy triste, pero en ocasiones ocurre como en el relato, donde seres humanos toman la decisión de quedar tuertos, para que el oponente quede ciego. Aunque a eso se la llame. PERDER- PERDER.





