En el municipio de Río San Juan, hemos cultivado durante años una hermosa tradición: la realización de radio y telemaratones con fines solidarios.
Estos eventos, que han servido para ayudar a personas enfermas o apoyar causas comunitarias, han sido posibles gracias al esfuerzo desinteresado de ciudadanos comprometidos con el bienestar colectivo. Se trata de un acto de humanidad, de empatía, de amor al prójimo.
Sin embargo, en tiempos recientes ha comenzado a surgir una práctica que empaña ese noble propósito. Algunos de los organizadores de estos eventos han empezado a exigir remuneraciones por su participación. Esta actitud no solo contradice el espíritu altruista que dio origen a estas iniciativas, sino que además es profundamente vergonzosa.
Los telemaratones comunitarios no son espectáculos lucrativos, ni plataformas para el beneficio personal. Son actos de solidaridad que deben mantenerse alejados de intereses económicos. Exigir pagos por colaborar en una causa benéfica es, en esencia, tomar ventaja del dolor ajeno. No podemos permitir que esta práctica se normalice.
Quienes han dedicado su tiempo y su talento de forma voluntaria merecen todo el reconocimiento. Son ejemplo de lo que debe ser el compromiso social. Pero quienes ahora buscan beneficios económicos deben replantearse su rol y recordar que, en Río San Juan, la ayuda al prójimo no se factura. La solidaridad no se negocia.
Es hora de defender con firmeza los valores que nos han unido como comunidad. Si permitimos que el lucro contamine nuestros actos más nobles, estaremos perdiendo mucho más que una tradición: estaremos perdiendo nuestra humanidad.