Lo que ocurre hoy en Venezuela sucedió antes en varios países latinoamericanos, también en los Estados Unidos en el 2000, y podría repetirse en las elecciones de noviembre. Porque la política y los políticos son exactamente lo mismo, no importa las “diferencias ideológicas” que se inventen.
Venezuela es el escenario latinoamericano del enfrentamiento de Rusia y los Estados Unidos disputándose riquezas; primero fue Ucrania, ahora es Venezuela. Todo lo que digan las partes es mentira, porque ambos bandos mienten, recordemos que la verdad es la primera víctima en todas las guerras, es innegable.
Aquella historia de “defender la democracia” es un sinsentido, porque en Venezuela no hay “democracia”, tampoco en Ucrania. En ambos lugares, Rusia y Occidente se disputan trillones de dólares en petróleo y reservas minerales, es todo.
Es probable que el presidente de Venezuela Nicolás Maduro hiciera trampas, el presidente de Ucrania, Volodimyr Zelensky, no hace trampas, simplemente cancela las elecciones, ilegaliza la oposición. Los Estados Unidos exigen elecciones libres en Venezuela, pero no exigen que Zelensky haga elecciones libres en Ucrania.
Para Washington, Maduro es un dictador, Zelensky un demócrata, Rusia ve exactamente lo contrario, depende de quien hable. Washington necesita a Zelensky en Ucrania, como Rusia necesita a Maduro en Venezuela, esa es la única verdad absoluta.
Lo que hoy pasa en Caracas, puede replicarse Washington, porque hay muy poca diferencia entre los candidatos.
El expresidente Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris tienen casi las mismas preferencias, según dicen las encuestas. El impasse Bush Vs. Gore tardó más de un mes, lo resolvió la Suprema Corte de Justicia, controlada por jueces conservadores, quienes fallaron en favor de Bush.
Si Trump y Harris tienen un impasse que llegue a la Suprema Corte de Justicia, quizá los jueces conservadores decidirán el asunto en favor del expresidente Trump.
Hoy hay disturbios en las calles de Venezuela, mañana puede ser en las de los Estados Unidos, nadie convencido del “triunfo” acepta la derrota pura y simple.
Hoy arde Caracas, Washington puede arder mañana.