Lo ocurrido en la Cámara de Diputados en el día de ayer, donde en una convocatoria extraordinaria, convocada por el Presidente de ese hemiciclo Alfredo Pacheco, fue aprobado un nuevo estado de emergencia por 45 días, nos da una enseñanza de cómo podrían marchar las cosas camino al 2024.
Aunque la iniciativa legislativa no fue aprobada por consenso, ya que sólo contó con el respaldo de la bancada oficialista, al final se impuso sin mayores contratiempos. Esto simplemente por la división PLD-FP, situación que se está presentando en otras instancias y se seguirá presentando de manera reiterada, mientras esa división sin sentido y sólo basada en resentimientos personales siga predominando.
Mientras el PRM y sus aliados mantuvieron firme su voto, el del PLD-FP, se condujo por caminos diferentes, el primero se abstuvo de votar, manteniéndose ausente, mientras el segundo se mantuvo presente y votó en contra. La pregunta sería, porque razón ambas fuerzas no se unieron en una u otra dirección y así evitarían la aprobación de algo que todos sabemos que no tiene ninguna finalidad patriótica y que carece de interés y objetivos sanitarios.
Entiendo, que esa división que condujo al PLD a una derrota en el pasado proceso electoral, sigue alimentándose de los mismos nutrientes, el odio y ego personal. Lo cual irreversiblemente se seguirá reproduciendo en diferentes escenarios, hasta culminar con otra derrota en el 2024. Quien no lo quiera ver así, simplemente está pecando de iluso y actuando por un sentimiento subjetivo, que la práctica y realidad irá con el tiempo poniendo las cosas en su lugar.
Es indiscutible que el gobierno del PRM está sufriendo desgaste, el cual de manera inevitable seguirá aumentando, aunque no lo suficiente para salir del poder, si no se produce una alianza estratégica de la oposición. Las fuerzas opositoras divididas, principalmente PLD-FP, no podrán impedir que Abinader se imponga de nuevo en el 2024.
Desde el poder se pueden hacer muchas cosas, de manera normal implica un voto cautivo, por lo menos en el primer periodo, que ronda el 40%. Esa es una experiencia que la hemos vivido, recordando que aún con el desastre del Gobierno de Hipólito, éste sacó casi un 35% en las elecciones.
Estoy totalmente convencido que si en la oposición prima la prudencia y la madurez política, no hay manera de que el PRM se mantenga en el poder, pero al mismo tiempo también estoy convencido de que si se mantiene la división, ocurrirá todo lo contrario, tendremos PRM 4 años más. En este caso los líderes de la oposición tiene la última palabra.
La pregunta sería y sé que en este momento muchos se le estarán haciendo: Quien encabezaría la boleta para enfrentar al oficialismo?. Desde mi punto de vista creo que en esta circunstancias, eso no es lo más importante, ya que lo primero que tendría que lograrse, es un acercamiento, con el objetivo de lograr una meta común, lo cual sólo sería posible si la conciencia prima sobre la insensatez e interés particular.
Mi humilde punto de vista, que podría no ser correcto, es que esa unidad debe comenzar en las pequeñas contiendas, desarrolladas en gremios, asociaciones, entidades de todas índoles, en el congreso etc. Al acercarse el 2024, el tiempo definirá de manera indiscutible e incuestionable, quien es el candidato con mayores posibilidades de representar la oposición.
El posicionamiento electoral, las encuestas, el sentir de la mayoría, el movimiento normal de las fuerzas vivas de la Nación, indicarán quien es el candidato más apropiado para salir airoso en esa proceso electoral. Desde ahora no debe descartarse a nadie, cada quien que realice su trabajo en iguales condiciones.
Claro, que para llegar a esta decisión y conclusión, deben deponerse las armas, bajar los nivele de agresividad, entender que el verdadero adversario no está en la oposición, porque esa son contradicciones secundarias. Aunque para lograr esto, lo primero es pensar en el interés colectivo, en el País, en las bases de los partidos y no en un egocentrismo que de predominar, nos dará PRM por muchos años en el poder.