A mediados de la década de 1940, el intelectual francés Maurice Duverger desarrolló su conocida teoría sobre la "ley del impacto del tipo de escrutinio en el sistema de partidos", conforme a la cual “la mayoría absoluta con segunda vuelta tiende hacia un sistema de varios partidos independientes, pero flexibles”.
En cambio, según Duverger, “la mayoría simple de una sola vuelta tiende hacia un sistema bipartidista”, mientras que el escrutinio de representación proporcional tiende hacia un sistema de varios partidos rígidos e independientes”.
Durante toda la existencia electoral de la República Dominicana estuvo vigente el sistema de mayoría simple, y como estableció Duverger, prevaleció un modelo bipartidista que, ligeramente, vino a romperse en 1990, cuando el poder se lo disputaron dos candidaturas, si bien el Partido Revolucionario Dominicano, aun con su marcado fraccionamiento, obtuvo el 23 por ciento de los votos y una significativa representación a nivel de diputaciones.
¿Podemos hablar de bipartidismo en 1990? Consideramos que no, pues, conforme la "ley sociológica tripartita" del mismo autor, con dos organizaciones que apenas le llevaron 14 puntos porcentuales a la tercera, sería apropiado referirnos al “escrutinio de representación proporcional”.
Esto encuentra su mayor asidero, sobre todo, en la distribución proporcional de las bancadas en la Cámara de Diputados entre las tres fuerzas: Partido de la Liberación Dominicana, 44; Partido Reformista Social Cristiano, 41, y PRD 33.
Sin embargo, a partir del establecimiento de la doble vuelta, vigente desde la reforma constitucional de 1994, la teoría de Duverger ha sido derribada en el país, ya que el balotaje lo que ha provocado ha sido afianzar un bipartidismo rígido en vez del multipartidismo flexible.
Como sabemos, la multiplicidad de organizaciones ha provocado que, en general, esas formaciones orbiten alrededor de las dos principales, con una mayor fuerza gravitacional ejercida por el partido que tiene el poder magnético que lo da el control del presupuesto nacional.
Es decir, la doble vuelta no ha jugado el papel que previó la teoría de Duverger ni el que ha desempeñado en otros países, pues el electorado dominicano ha demostrado que tiende a identificar una opción a la cual otorga el mayor porcentaje para definir la disputa en una vuelta.
Esta cuestión debería de tenerse en cuenta cuando nos aboquemos a la próxima reforma constitucional que se baraja.
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