¿Qué es el danilismo afectivo? Desde mi punto de vista, es el tipo de vinculación que a través de los años una persona ha mantenido con Danilo Medina en todas las etapas de su vida, tomando como parámetro para esa relación el momento en que se inició. Ese período que marca esa relación necesariamente habría definido si se sustenta en una base afectiva o simplemente tendrá una orientación política o coyuntural.
Maquiavelo, el genio de la estrategia basada en la conveniencia, decía que el fin justifica los medios, argumento usado por todos los políticos del mundo para asumir en determinados momentos posiciones, que aún vayan en contra de la ética, los principios y los valores familiares, infieren que las circunstancias no le dejaron otras alternativas para lograr sus objetivos finales.
Quien ha estado militando por muchos años en el mundo político de inmediato comprenderá de lo que le estoy hablando; que una cosa son las intenciones, los buenos deseos y otra muy diferente la realidad de los hechos.
La vida política se caracteriza por poner en primer plano los intereses particulares, para lo cual no se escatima esfuerzo en usar intrigas, chismes, golpes bajos, calumnias, demagogias, fingir lealtades para asestar un golpe mortal por la espalda. En resumen, una vida basada en intereses, que constantemente generan desconfianza y resentimientos entre las partes.
Mi experiencia de 44 años en la actividad política me ha proporcionado alguna sabiduría para entender éste difícil y complicado mundo, que en definitiva, es la guía para sostener el sistema, sea éste socialista, capitalista, feudal o imperialista.
De una manera u otra todos somos políticos, unos militamos en partidos y otros en la sociedad civil o los poderes fácticos, que en definitiva tienen tanto poder, que desde esos órganos determinan el rumbo que un país puede tomar en una situación determinada.
Cuando una persona comienza a participar de una manera militante en la actividad política, generalmente lo hace con muchas ilusiones, ideas, planes, proyectos, intenciones sanas, con un elevado nivel de confianza hacia todos, lo cual al poco tiempo comienza a chocar con la realidad. La vida misma se va encargando de mostrarle el lado oscuro y tenebroso de ese mundo que desde fuera observaba como un paraíso, donde iba a aportar sus experiencias e ideas para lograr una nación mejor.
En la medida que la práctica le va mostrando la realidad, entonces vienen las frustraciones, decepciones, depresiones, desengaños, que le van produciendo resentimientos y sentimientos negativos. Entonces esa persona que llegó con las mejores intenciones, se vuelve desconfiado y comienza a actuar como los demás, para poder sobrevivir a las constantes embestidas y ataques que desde distintos litorales va recibiendo. Ahí empezamos a tener un ser humano diferente, con un corazón endurecido y preparado para responder con las mismas armas con que es atacado.
Podríamos decir que en ese proceso de aprendizaje, el cual puede variar por las circunstancias y el perfil de la persona involucrada, es donde se pierde la virginidad política. Desde ese momento comienza a ver la política como una profesión y no como una pasión, cuya objetivo debe ser el de trabajar para ayudar a los más necesitados, los más vulnerables, a la gran mayoría de la población, que son los pobres.
Esta circunstancia es la razón de que en gran medida haya desaparecido la vocación de servicios, lo cual podemos notar a diario en muchos funcionarios, que desde que llegan a una posición de poder dejan de ser humildes, sencillos y accesibles, para convertirse en seres encumbrados por encima de los mortales.
En realidad no es el poder que los pone a actuar de esa manera, sino que esos sentimientos de grandeza, altanería y petulancia salen a flote, desde que alcanzan a tener un enclave de poder que les permite que salga a flote su verdadera naturaleza.
Con esto no quiero decir que esos funcionarios no sean buenos técnicos, excelentes administradores y gerentes de primera que logran hacer avanzar las entidades que dirigen. El asunto estriba en que confunden las instituciones del Estado con empresas privadas, las cuales logran llevar a niveles altos de rentabilidad. Al creerse que en vez de funcionarios públicos, son dueños de empresas privadas, afectan, maltratan y humillan a los responsables de que ellos mismos estén en esas posiciones.
Soy de opinión de que un funcionario además de ser un buen gerente, debe tener algún nivel de SENSIBILIDAD y vocación de servicios, porque en definitiva, sin importar sus niveles de riqueza, son servidores públicos, que de una manera u otra deben estar, aunque sea mínimamente al alcance de actores del sistema, que representan un canal con la población.
Establezco este criterio, porque entiendo que sería una utopía pretender que el pueblo mismo pueda acceder a ellos, pero por lo menos lo hagan los funcionarios medios que canalizan las esperanzas de las masas distantes.
Esto no quiere decir que todos los funcionarios tienen esa visión, hay muchos muy buenos, excelentes administradores y con mucha vocación de servicios. Esos funcionarios son los que han asimilado la enseñanza práctica de nuestro Presidente, emulando su ejemplo de bajar hacia el lugar donde están los humildes, para llevarle soluciones, esperanzas y fundirse con ellos en las visitas sorpresas, oyendo sus demandas y reclamos, para poner ejecución la solución de sus necesidades.
Desde que entré al Partido de la Liberación Dominicana, hace 22 años, siempre he estado al lado del compañero Danilo Medina, en las buenas y en las malas, asumiendo mis responsabilidades, aún en situaciones muy difíciles. Me considero un danilista afectivo, por la sencilla razón de que para mí es el mismo siendo Presidente que siendo simplemente Danilo Medina, sin cargos, ni posiciones; lo he seguido siempre, porque creo en sus intenciones, en su sensibilidad y amor por los pobres del país.
Pueden estar seguro de que si no reconociera esas cualidades en nuestro Presidente, no lo admirara y por consecuencia tampoco sería su seguidor. Por eso he dicho que estaré a su lado hasta el último momento, esperando su señal final que será en marzo como él mismo ha establecido. Hasta ese momento no haré compromiso con nadie, ya que si Danilo Medina decide reelegirse lo apoyaré, y si por el contrario toma otra decisión, entonces adoptaré la decisión que me dicten mis principios, ya que mi compromiso es solamente con él.
Así como me considero un danilista afectivo, de la misma manera hay miles en esas condiciones, que siempre han estado a su lado en todas las situaciones y desde mucho antes de yo conocerlo. El danilismo afectivo es una realidad, es un sentimiento, es una vinculación emocional, es un ejército de hombres y mujeres que siempre estarán a su lado, acompañándolo en cualquier circunstancia, porque sencillamente con su trayectoria de vida, nos ha ganado el corazón.
Tenemos que reconocer que al margen de los afectos, hay realidades que son determinantes para sostener el equilibrio de un gobierno, piezas necesarias para poder mantener la gobernabilidad y la estabilidad partidaria. Eso es determinante y necesario que los danilistas afectivos comprendan, para de esta manera contribuir con el fortalecimiento de nuestro gobierno. El danilismo afectivo siempre cohabitará con el danilismo político y coyuntural, lo cual es y siempre será la única garantía para avanzar y hacer más grande el DANILISMO.
La idea del danilismo afectivo me surgió en una conversación con el compañero y amigo, Nelson Sánchez, lo cual me motivó a escribir una serie de artículos, que al terminarlos, me inspiraron a convertirlos en un libro, que entiendo será la expresión de un sentimiento, convertido ahora en un mensaje que circula por un laberinto tan complicado como es la vida política.
Quizás en ésta introducción he puesto al desnudo lo que en sentido general está detrás de la vida política. Pero quiero aclarar, que aunque la generalidad se inclina en ver la política como el arte de la conveniencia, todavía existimos una gran cantidad de personas que militamos partidariamente y hacemos política activa, sin perder el decoro, sin abandonar el honor, enarbolando la bandera de la honestidad, con vocación de servicios, con pasión para actuar a favor de los más necesitados; accesibles en nuestras instituciones y prestos siempre a aportar a las mejores causas.
No todo está perdido, hay un amplio espacio para desarrollar el activismo político, sin renunciar a los principios, sin dejar de expresar nuestros criterios, sin callar para ocultar las acciones que empañan nuestro gobierno y promueven la corrupción. No importa en el lugar en que se encuentre, ya que si hay voluntad y una actitud positiva, siempre encontraremos la forma de aportar a la sociedad, con amor, entusiasmo, dedicación y pasión, como lo hace nuestro Presidente.
El danilismo afectivo es sinónimo de dedicación, trabajo, desarrollo, esperanza, amor por los pobres y sobre todo es la expresión que simboliza algo tan importante, sublime y hermoso, como es LA FIDELIDAD.



