El Cardenal debe andar muy acongojado y con un ego muy derrotado en estos días. Que una figura de la talla y prestancia de Mario Vargas Llosa haya pedido su destitución al papa Francisco es motivo para que a un ser con alma tan cargada de soberbia se le pueda quitar el sueño.
Que sea un Premio Nóbel de Literatura que profesa su mismo conservadurismo y venido de predios que colindan con el ultra derechismo militante hace que el asunto del pedido de destitución cobre un matiz preocupante.
Irónicamente, quien le pide al Papa que le quite la mitra a nuestro cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez es el Mario Vargas Llosa que aplaudió la invasión a Irak con sus miles de muertos, el Vargas Llosa que atacó a Hugo Chávez hasta que llegó a la tumba, el Vargas Llosa cuyo tufo a derechismo es tan reconocido a leguas como el del dipsómano que acaba de libar varias botellas de los Carlos I.
Los pájaros tirándoles a las escopetas dirán algunos, o mejor dicho: el conejo diciéndole al burro orejú. Lo cierto es que al Cardenal no le hará muy bien conciliar el sueño un pedido de tal magnitud que ya ha sido difundido en el mundo. Lo ha pedido un Premio Nóbel de Literatura que cada vez que abre las fauces, perdón la boca, las agencias internacionales lo despliegan de forma copiosa.
Si el mismo pedido se hiciera aquí y por un gandul de esta media isla, ya al peticionario le hubiese caído una sarta de adjetivos, imprecaciones o cuando menos desgracias. Incluido, el despido del lugar donde trabaja. Pero, claro, ahora, como puerco sabe certeramente donde se rasca, a esto el Cardenal sólo ha dicho: “me tiene sin cuidado”.
Al Cardenal, en lo que a mi respecta, no lo logro asociar, por más que mi vivaracha imaginación insista, a nada que implique la compasión, la misericordia. Su rostro y sus expresiones me remiten a las del lobo que despedaza a sus víctimas. Cualquiera que escribe u opina distinto a él, corre el riesgo de la excomulgación, de recibir una ráfaga de improperios y adjetivos que harían bajar del Altar al mismo San Pedro.
El pedido de Vargas Llosa cierra un año de infortunios para el Cardenal. Hay que recordar que la desgracia del Cardenal empezó con la ascensión del papa Francisco, un Papa cuya vida y norte buscan asemejarse a la de San Francisco de Asís, ese que conversaba con los pájaros y que comía alimentos con cenizas, y que besaba y acariciaba las llagas de los leprosos, acciones estas lejanas a la de un cardenal cuyo accionar está en los predios de las élites, de las personas que no saben lo que es la pobreza.
Y continuó su desgracia cuando el Papa nombra como Nuncio a “un negrito” en sustitución de un pedófilo que nunca fue condenado por la Santa Iglesia Católica con la contundencia que merecía, y claro, no me extraña que al Cardenal le disguste tener que contemporizar con un personaje de una epidermis tan cercana a la de Peña Gómez, líder que tanto odió.
¿Que si apoyo el pedido de Vargas Llosa de que lo destituyan? Claro, y no me importa que un grupo de idiotas salga a quemar los libros que he publicado, bien que le vendrían un poco de calor o pirotecnia de seres atrabiliarios, en un país donde son tan acogidos por pocas manos y donde los lectores son tan escasos.