Paso a diario por el Malecón, cerca de la Abraham Lincoln, y llama mi atención esa amplia casa de dos pisos, pintada de crema o amarillo, que todos los días y horas permanece desierta. Tiene un letrero en lo alto: “Colegio Dominicano de Periodistas”, como si fuera cualquier cosa, y un silencio verdaderamente atroz, no obstante pertenecer al país periodísticamente más bulloso de este bulloso continente…E inevitablemente viene a mi mente el recuerdo de aquellos veinte o más años de lucha gremial hasta alcanzar su inútil creación, pues hoy no sirve absolutamente para nada (lo cual demanda que un día de estos se convierta en hoguera).
