La gastronomía dominicana es muy rica. Ajo, orégano, cilantro y naranja agria, son parte del toque mágico en nuestros platos; un choque suave entre el mediterráneo europeo y el paladar aborigen y africano.
Así, los dominicanos hablamos orgullosos de varios platos aderezados con mucho esmero y dedicación. Del sancocho, del asopa’o, del pescado con coco de Samaná, del chivo de la línea noroeste o del chivo con ‘chenchén’ del sur profundo. Hablamos también del moro de güandules o de habichuelas rojas o negras. Hablamos del chambre, la tayota con huevo, de spaghetti con pollo o con salami guisado; en fin, hablamos orgullosos de todos nuestros platos, menos del locrio.
El locrio es el arte de cocinar juntos la carne y el arroz. O los mariscos y el arroz. Es como una versión de la paella española. Las familias dominicanas preparan un locrio al menos una vez a la semana. Es decir, nos gusta el locrio.
Mientras cenaba en días pasados con unos amigos le recordé aquella sección que tenían en su programa de televisión Freddy Beras Goicos y Yaqui Nuñez del Risco titulada “El Alma de las Cosas”. En el mismo se entrevistaban objetos inanimados y estos opinaban sobre sus vidas, de sus conquistas, de sus experiencias y desdichas de vivir como tales. Y le afirmé que si el ‘locrio’ pudiese hablar, demandaría al pueblo dominicano por discriminación.
Y no es para menos. En ningún restaurante dominicano del Alto Manhattan se incluye al ‘locrio’ en su menú. Ni gourmet, ni típico. Sin embargo se incluye la paella de mariscos; que al final de cuentas, cocinada al estilo dominicano no es más que un locrio de mariscos.
El ‘locrio’ está apegado a nuestras aventuras y actividades sociales. Lo hacemos para seguir la ‘chercha’ después de una noche de fiesta, y surgen de esta manera improvisadas recetas. Quién no ha degustado de un locrio de sardinas ‘Pica Pica’, de un ‘locrio de salami’, de bacalao, y hasta de spaghetti.
Quién no degustaría un ‘locrio de carne de cerdo’, coloreado con bija (achote) y cocido en leña; servido con dos tajadas de aguacate ‘cocotuses’, parecidos a dos ‘cayucos’?
Quién no ha probado un ‘locrio de arenque’ acompañado de unos planitos maduros fritos? Se nos agua la boca de pensarlo, verdad?
Entonces, porqué se esconde esta exquisitez del menú dominicano.
Es incomprensible, pero cierto, el ‘locrio’ es el gran discriminado.