La presencia en Río San Juan del alcalde de Cabrera, Jorge Cavoli, llevando solución al problema que enfrentan los residentes del sector Acapulco, cuya zona constantemente es inundada por el mar,  tiene un mensaje con muchas aristas.

Primeramente, eso demuestra la costumbre solidaria de Cavoli y su vocación de servicio y soluciones hacia su comunidad. Recordemos que tiene raíces riosanjuaneras.

Y es una buena noticia para los lugareños que el alcalde, ahora aspirante a diputado por la provincia, llevara caliche, piedras y una pala mecánica para reparar parte del rústico muro construido al vapor en la efervescencia de la campaña política del 2012, el cual fue barrido por el mar al poco tiempo.

Vale resaltar que fue construido de caliche y piedra, muy frágil y sin capacidad para enfrentar la furia de las olas que por años ha mantenido en zozobra a los residentes de esa zona del municipio.

Lo de Cavoli será reparar en base a esos mismos materiales, lo que indica que la solución, al igual que aquella vez, será muy efímera.

Pero eso es harina de otro costal. Aquí lo que llama la atención es que siendo él alcalde de un municipio intervenga en otro. ¿Intromisión o solidaridad? ¿Y el incumbente de Río San Juan, dónde está?

Cavoli se ha adelantado a decir que su acción no se trata de política ni de desplazar ninguna autoridad, “sólo de responder al llamado de una comunidad vecina que tiene mucho años sufriendo de este mal”.

Si, pero no. Si, por que ayuda a paliar temporalmente el problema de una comunidad que aparenta estar desamparada.

Pero no, porque sí desautoriza al incumbente de un municipio que no es el de él, y para más, de un partido político contrario.

Y en cuanto a lo político, aunque dijo que no tenía esa connotación, se hizo acompañar de los candidatos municipales de su partido, el PRM, por Río San Juan; Alan Checo, quien desafía al actual alcalde de la alianza PLD-PRD, Alberto Alonzo; la candidata a vicealcaldesa, Carmen Dolores Amparo, y Francis Mora, Aneudy Mayi y Clemencia Fernández, quienes buscan una regiduría.

Planteado así, claro que tiene connotaciones políticas, tan puro y simple como eso.

Ahora bien, a quien debe llamar esto a meditación y preocupación? A la población y al propio alcalde Alberto Alonzo, a quien además puede hasta avergonzarle.

Es que esa acción, que podría ser calificada de intromisión sobre todo si no contó con la petición y/o el permiso de Alonzo, envía un mensaje de incapacidad, dejadez e irresponsabilidad de parte del alcalde local. Y en plena campaña electoral eso sería un golpe mortal a las aspiraciones de cualquier político.

Y no me vengan con teorías baratas de que es necesario trabajar mancomunados para echar una comunidad hacia adelante, que en este caso no se refleja esa sociedad, y si Alonzo no lo quiere interpretar así, allá él.

Por el momento, yo por mi parte solo atino a decir que no sé si rechazar o aplaudir la acción de Cavoli.

Así es, que siga el entierro!