La contienda electoral en Haití por la presidencia de ese país, no ha podido ser más desastrosa, revestida de incidentes que han ido desde denuncias de irregularidades eventualmente confirmadas por la comisión electoral provisional, integrada por 5 comisionados; hasta violentas protestas que ya tienen un saldo de varios muertos, heridos y multimillonarios daños materiales por la quema y destrucción de propiedades, que en su mayoría pertenecen a instituciones gubernamentales.
La segunda vuelta electoral en Haití, ha sido pospuesta en reiteradas ocasiones, la última vez "por motivos de seguridad". En la misma, están supuestos a competir el candidato oficialista Jovenel Moise quien en la primera vuelta obtuvo un 32.7% de los votos y el opositor Jude Celestin quien se alzó con el 25.29% de los sufragios.
Esta suspensión hace imposible que Haití tenga un nuevo presidente electo para el próximo 7 de febrero, fecha en la que oficialmente concluye el período constitucional del actual incumbente Michel Martelly, ante esta situación, que ya es inminente, el parlamento deberá reunirse y seleccionar un jefe de Estado provisional por un período de 90 días, plazo dentro del cuál habría de convocarse nuevamente a elecciones para que de una vez y por todas, el pueblo haitiano seleccione un nuevo presidente. Ojalá que la designación del mandatario provisional no se constituya en un ente que desencadene nuevos hechos violentos que agraven la intensa crisis política que vive Haití.
A los dominicanos, no nos corresponde ningún tipo de participación en estos comicios, pero no podemos hacernos totalmente ajenos a ellos, porque de alguna manera u otra nos vinculan. Como todos sabemos, las relaciones diplomáticas entre nuestro país y Haití, no han sido las mejores en los últimos años, somos dos países fronterizos con una enorme agenda diplomática por agotar que incluye migración, comercio bilateral, la veda injustificada a la exportación de decenas de productos dominicanos, entre otros temas alusivos al desarrollo social y económico de ambas naciones.
Hasta ahora, República Dominicana solo ha aparecido en el discurso oficialista hatiano con fines politiqueros, señalándonos de racistas y como los únicos culpables de lo caldeadas que se encuentran actualmente nuestras relaciones diplomáticas, mientras que el líder opositor Jude Celestin se ha limitado a abogar por una "conversación honesta sobre nuestros desafíos y cómo podemos abordar los mismos para nuestra satisfacción mutua."
El pueblo haitiano no es solo un país con el que compartimos una isla, es nuestro segundo socio comercial más importante y ni hablar de nuestra relación histórica y cultural. Auguramos que este impasse político que atraviesan nuestros hermanos haitianos culmine en feliz termino en un proceso democrático, transparente y que el resultado de pie a un nuevo dialogo que desemboque en un re fortalecimiento de nuestras relaciones diplomáticas, pues es la única manera de elaborar una agenda común provechosa para ellos; y para nosotros.