El sistema nervioso humano contiene unos 100 mil millones de neuronas; la interacción entre ellas controla todo nuestro ser y son -llanamente hablando- el motor de nuestras ideas. Es en el cerebro que estas se generan (las ideas) producto del accionar de las neuronas que unos desarrollan en pensamientos productivos y otros no les sirven más que para alimento del alcohol o las drogas, asesinos de neuronas por excelencia.
Las ideas que producimos en nuestro cerebro nos distinguen a unos de otros y están tan individualizadas como nuestra personalidad; eso nos hace únicos, y aunque tengamos ideas parecidas a las de otra persona, nunca serán totalmente iguales.
Ahora, en tiempos politiqueros, las ideas y su originalidad son bienvenidas entre los contendientes electorales, y de la creatividad de estas depende la victoria o derrota de tal o cual candidato.
Pero, las ideas tienen un precio y aunque no sean siempre pagadas en efectivo, deben ser ponderadas como algo de valor que nadie debe pensar que se les regalaran por su linda cara, por su opulencia o amenazas veladas. A veces la simpleza de dar crédito a la idea puede ser la causa de recibirla como un presente, quienes les gusta ser lisonjeados las darán si se les adula, los obsecuentes si creen que con eso el amo los distinguirá y así por el estilo.
Sólo los espíritus libertarios que vuelan como águilas sobre el pantano valoran sus ideas, y su precio no lo fijan los mercaderes de la política ni los oportunistas de patio, sus ideas tienen su valor intrínsico en quien las concibe, y no es un mercader de la política y por lo tanto no puede ser sobornado ni seducido con prebendas o falsas promesas; su inteligencia trasciende a la del comprador o seductor quien parecerá un oligofrénico ante la embestida neuronal de este sujeto creativo. El enano político no puede ante el valor de las ideas y normalmente pasa al insulto personal, la diatriba o la violencia primitiva.
Aunque no venga a colación en el aspecto político, les contaré una anécdota que me hiciera un amigo y actual compañero en las lides políticas para resaltar el valor de las ideas. No sabemos si sucedió así o es creación de alguien, pero dícese que un hombre fue a una gran compañía de pastas dentales y les propuso una idea que haría duplicar las ventas en poco tiempo, los ejecutivos estaban extrañados y pidieron al señor explicar dicha idea; el propuso venderles la idea por 50 millones de dólares y la compañía duplicaría sus ventas, ellos estaban escépticos pero a la vez atraídos por las cuantiosas ganancias que podían derivar de este negocio; al final aceptaron firmar un contrato por la suma pedida si se duplicaban las ventas y todo se firmó y notarizó; luego pidieron al señor explicar la grandiosa idea que ellos – grandes magnates- no habían tenido, y la idea era la siguiente: ahora mismo –dijo el señor- la abertura por donde sale la pasta dental es de tantos milímetros, mi idea es duplicar el diámetro de dicha abertura y ya que la gente está habituada a cierta presión al usar la pasta dental, la cantidad de pasta que saldrá será el doble y así se podrán duplicar las ventas haciendo que el envase se consuma más rápido. La simple idea fue aplicada y en poco tiempo la compañía duplicó sus ventas, y por eso todavía tenemos las pastas dentales con una abertura tan grande y tenemos conciencia del valor de las ideas.