"Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá siempre".
CONFUCIO.
ESTIMULAR LOS HIJOS SIN CORTARLE LAS ALAS.
Un padre llevó su hijo de paseo a un parque cercano, después de pasar varias horas y cuando se disponían a regresar, el niño estaba cansado y lucia exhausto. La jornada se convirtió en un día de un largo peregrinaje, de juegos, corridas y brincos.
Al momento de salir del parque el niño le manifestó al padre que lo cargara, ya que no tenía fuerzas para caminar, en vez de hacerlo el padre busca un palo que estaba a un lado del parque, le quita todas las ramas y la entrega al niño, diciéndole, hijo aquí tienes un caballo que te llevará de regreso a casa.
El niño eufórico toma su caballito imaginario se monta en él y regresa galopando a su hogar que estaba a algunas cuadras del parque. Luego de llegar le da varias vueltas a la casa y sigue correteando por el barrio, hasta que ya muy cansado de disfrutar de su caballo imaginario, alegre y feliz cae rendido y abatido por el sueño.
ENSEÑANZA:
Este hermoso relato nos establece, que cuando alguien está a punto de abandonar, de tirar la toalla, es oportuno ofrecerle un estímulo, algo que lo motive a seguir hacia adelante, sin jamás presentarle la posibilidad de claudicar y refugiarse en su zona de confort. Cuando se crea el hábito de abandonar a mitad del camino, por no asumir una actitud mental firme para obtener un propósito, se está creando una persona sin carácter y sin garras.
No hay un daño más terrible, que la sobreprotección en exceso, ya que prácticamente al hacerlo, formamos personas inútiles, cómodas y con un carácter débil, inconstante y poco agresivas. Esas personas marcharán toda la vida con ese lastre, a menos que sean capaces de realizar una labor profunda de introspección, que los lleve a tener consciencia de esa situación y abandonar su zona de confort mental.
Por eso es que los empresarios, desde pequeño a sus hijos lo involucran en sus negocios, para que desarrollen espíritu de trabajo y comprendan de dónde sale lo que le permite llevar una vida de comodidades. Muchas veces el pobre con el lema de que le daré a mis hijos lo que yo no tuve, le castran sus iniciativas, promoviendo seres sin iniciativas, cómodos y con marcada tendencia a la vagancia.
El Águila es el mejor ejemplo de cuál es la actitud correcta, ya que cuando los aguiluchos han crecido se la ponen muy difícil, para que estos tengan que abandonar el nido y lanzarse al mundo a vivir por su propia cuenta. Muchos seres humanos debieran aprender del Águila y seguir su ejemplo, porque al final eso es lo que formará personas productivas, que se puedan valer por sí misma en cualquier circunstancia.
Aunque no me gusta hablar en primera persona, quizás soy un ejemplo viviente de lo que trata este relato. Cuando puse punto final a mi militancia en la izquierda revolucionaria, a los 27 años, se me presentaron dos alternativas, volver a la casa de mis padres y llevar una vida con ciertas comodidades, o tomar un camino propio e independiente. Opté por lo segundo y puse una Pescadería, sin saber nada sobre esa área. Aprendí, me templé en el trabajo y saqué las garras para caminar por el sendero del esfuerzo propio.
Por experiencia vivida soy de opinión, que debemos apoyar a los hijos, pero nunca quitarle sus responsabilidades, darle el ejemplo y educarlos en base al trabajo, que como decía Marx, es lo que dignifica al hombre. Al margen de los deseos, quien no realiza una labor para ganarse el sustento propio y de su familia, se va quedando sin alas para volar ni garras para enfrentar un mundo tan complejo y difícil.
Cortarle las alas a una persona, es el peor daño que sin proponérselo, se le puede hacer a un ser humano, ya que eso le atrofia la mente, creándoles hábitos cómodos, haciendo que el cerebro desarrolle conexiones neuronales con tendencias parasitarias. Aunque en realidad se puede inferir que el culpable es quien inculca esos hábitos en sus dependientes, pero los beneficiarios al mismo tiempo se acomodan, se acostumbran a una vida de manipulación y nunca harán el esfuerzo por comprender esa realidad y volar del nido.
Si el padre del relato hubiera cargado al niño, sin proponérselo, estaría creando una constante en su hijo, que con el tiempo se convertiría en un hábito, que forjaría su personalidad y carácter, así como sus futuras acciones en el devenir de la vida. El padre hizo lo correcto, dándole la motivación para que con su propio esfuerzo el niño llegara a su destino.
Hay que estar siempre dispuesto a brindar apoyo y estímulo a los hijos para que enfrenten la vida, pero sin jamás contarle las alas. Si hacemos lo primero tendremos personas responsables y trabajadoras, pero si hacemos lo segundo, aportaremos seres humanos inestables, irresponsables y resentidos.
La experiencia a través del tiempo ha demostrado, que quien se acostumbra a obtener las cosas de manera fácil, con el menor esfuerzo y sin poner nada de su parte, entiende que lo merece todo. Si en algún momento esta situación varía en contra de sus expectativas, entonces en ellos aflora el sentimiento de la ingratitud.
Esto no sólo debe aplicarse a los hijos, sino también a los familiares, amigos, relacionados y vinculados. La solidaridad es un sentimiento sano y positivo, propio de las almas nobles, pero realizado sin consciencia, es un caldo de cultivo para la manipulación y el criterio de utilidad oportunista.
LOS HIIJOS DEBEMOS APOYARLOS EN EL CAMINO QUE ELIJAN EN LA VIDA, PERO JAMÁS EVITAR QUE ENFRENTEN SUS PROPIOS PROBLEMAS Y DIFICULTADES. SI INTERFERIMOS EN VEZ DE ESTIMULARLOS, ESTARÍAMOS CORTÁNDOLES LAS ALAS, Y YA DESDE ESE INSTANTE, JAMÁS TENDRÁN LAS GARRAS PARA ENFRENTAR LAS TURBULENCIAS DE UN MUNDO TAN CONVULSO, CAMBIANTE Y COMPLEJO COMO EL QUE HABITAMOS.
ESA ES LA RAZÓN, POR LO QUE DEBEMOS ESTIMULAR LOS HIJOS PARA QUE VIVAN EN LIBERTAD, SIN JAMÁS CORTARLE LAS ALAS.