
Francisco Javier García, Ministro de Turismo y aspirante a la nominación presidencial por el PLD.
Río San Juan.- Francisco Javier García, si, ese mismo, el ministro de Turismo que ahora aspira a la nominación presidencial por el PLD para representarnos a todos, se acaba de sumar a la lista de políticos que se han burlado de los riosanjuaneros cuando se le ha esperado para que resuelva una de sus necesidades.
Como todo un político demagogo que sólo se acerca al pueblo cuando necesita de su voto, el flamante Ministro dejó plantados a cientos de riosanjuaneros, que, pecando de ingenuos, esperaron sudorosos por horas en los salones del Ayuntamiento, dando por buena y válida la promesa que hiciera hace 10 días de que acudiría este jueves a Río San Juan para tratar algunos de los males de pueblo, pues ese día estaba "solo en campaña política".
Y vaya si se prepararon para esperarlo. En los días previos realizaron reuniones para analizar los puntos a plantearles, se pusieron de acuerdo en el pliego de urgencias del turístico pueblo, asearon bien el salón del cabildo, ordenaron los refrigerios, “buenos, porque el Ministro come bueno”, y hubo hasta quien se hizo de un traje para hacerse el gracioso con el funcionario.
Cuando por fin llegó la fecha, el Ayuntamiento Municipal parecía un día de toma de posesión. Empresarios, líderes políticos, boteros y venduteros de las casetas de las playas, convergieron con el alcalde Alberto Alonzo, el ex viceministro de Turismo Miguel David Falette, el flamante gobernador de la Laguna Gri-Grí Domingo De León, Angel Herminio, la encargada del distrito educativo Olga Luperón, el encargado de Correos Lión García, el comerciante Freddy Casona, sus aguizotes locales de Turismo y unos que otros extranjeros. Los comunicadores tenían listas sus libretas, lapiceros y cámaras de videos. En fin, allí estaba toda la clase productiva de Río San Juan.
Llegaron desde temprano, el encuentro estaba programado para las 10 de la mañana y había que madrugar para ocupar una de las sillas delanteras, y así estar cerca del Ministro.
Cuando el reloj marcó las 10 llegó la primera burla: “el Ministro está en Nagua, de ahí viene para Cabrera y luego acá. Eso será como a las 11:30 a.m.”. Ese primer boletín marcó el inicio de la incertidumbre. Unos comenzaron a comerse las uñas, tensos por no saber cómo iban a entrarle al Ministro a su llegada, para lograr congraciarse con él; otros, quizás el que anunció la postergación, empezaba a sentir nervios, pues sabía que esa excusa no estaba en los parámetros de la verdad y no sabía cómo iba a reaccionar la gente si no se presentaba, como al final ocurrió.
Bueno, pero como habemos muchos optimistas, la espera continuó. A las 12 del mediodía, volvió otra postergación. A las 2:30 volvió la otra y la cosa empezaba a tornarse preocupante, y el calor agobiante. Cansados, muchos optaron por irse a la casa a comer y descansar, no sin antes dejar encargado a uno de los que se quedaban que le avisara cuando llegara el flamante Ministro, pues habían noticias de que había llegado a Cabrera.
Las horas de esperaba aumentaban y con ellas las postergaciones. Yo también estaba ansioso. No estaba en el salón, pero sí en la redacción a espera de la noticia.
A las 4 de la tarde llegó el desenlace. Un hombre tímido, con cara de asustado y parco al hablar, toma el micrófono de la mesa principal en la Sala Capitular, y en tono poco oíble, a no ser por el micrófono, dio el dato.
“El Ministro les manda a pedir excusas, pues acaba de recibir una llamada del Presidente para una reunión de emergencia en Palacio, por lo que no podrá venir. Me dijo que les diera gracias por esperarlo tanto y que él va a designar un día para dedicárselo solo a Río San Juan sin tener que ir a ninguna otra comunidad. Que él me avisara el día y la hora (Claro, cuando vuelva de París)”.
Así de fría y corta (51 segundos) fue la ¿alocución? del director regional de Turismo Jacobo González, a quien parece le ha tocado siempre hacer de patito feo ante su gente. Sabía que al anunciar el plantón de su jefe a todo un pueblo que por años ha sido cogido de pendejo por todo aquel que quiera burlarse de alguien, estaba hablando una mentira más grande que el trayecto de 8 kilómetros a recorrer de Río San Juan a la Catalina de Cabrera, donde justo en ese momento se encontraba el flamante Ministro degustando buenos quesos y vino francés; quizás dando órdenes de que “llamen a esa gente en Río San Juan; invéntense lo que sea, que yo no voy pa'llá”. Y no dudo que luego decidiera darse un chapuzón en Playa Preciosa.
Mientras, al lado de Jacobo González, en la mesa principal, sólo quedaban las copas, el agua y el arreglo floral que habían preparado, y la vicealcaldesa Fidelina José de Báez, quien con una sonrisa tímid, para no parecer burlarse de su amigo Jacobo, sólo atinó a bajar la cabeza como diciendo, “Jacobo la volvieron a cagar tus amigos del PLD”.
Acababa así un día de expectativas donde, como en tantas otras ocasiones, los riosanjuaneros se quedaron esperando por alguien que le escuche sus males.
Fue parece a lo que le huyó Francisco Javier, quien como aspirante a la presidencia, promete mucho sabiendo que puede cumplir poco.
Y fue lo mejor que lo hizo, pues el pliego de peticiones era largo, con la Laguna Gri-Grí y su entorno como tema central. Qué hacer con las playas de Los Muertos, Los Guardias, Playita de Mino, la reubicación de las personas que viven pegado a los mangles, construcción de un muelle o atracadero ubicado en la playita de Mino, reubicación de los botes de la Laguna, una sub estación de energía eléctrica, el conflicto en Playa Grande, en fin, toda una papa caliente que el Ministro no iba a saber responder, pues no tiene nada de eso en su agenda.
Pensándolo bien, creo que Francisco Javier no tenía programado ir a Río San Juan. Lo había anunciado aquel 8 de septiembre para desviar un poco el trato de ciudadano de segunda que le dio a la masa riosanjuanera cuando en su visita de esa fecha solo citó a su encuentro en el lujoso hotel Balaji a “gente de su clase”, mientras a la gente común los amontonó en el restaurante típico D’Cana,
Moraleja, no nos llevemos de funcionarios que nos pintan pajaritos en el aire, que los riosanjuaneros están como el coronel de García Márquez, no tienen quien le escriba.