Para solucionar el conflicto haitiano, no parece que habrá una solución externa. No entrará la ONU ni la OEA y si los Estados Unidos entran sería para rescatar a sus rehenes y salir de inmediato. Una especie de ataque sorpresa de comandos Seal.
A pesar de los esfuerzos del presidente Abinader para que la comunidad internacional haga algo por el vecino país, los Estados Unidos anunciaron que nadie irá a su rescate para solucionar los problemas de inseguridad y piden a sus ciudadanos que abandonen Haití de inmediato. Y uno se pregunta ¿Qué planes secretos tiene esta gente ante una guerra sangrienta que parece inevitable?
Tampoco habrá ayuda económica porque nadie confía en que el dinero que se canaliza al gobierno se use con transparencia ya que casi todo se lo roban los mismos funcionarios.
Y la mayoría de las ONGs-, a las que le confían recursos, tendrán que abandonar el país por los altos riesgos que corren en este momento.
Entonces ¿cuál es la salida para Haití? La agudización del conflicto entre las bandas, el gobierno y una parte de la población, que tarde o temprano, entrará en la escena.
¿Como entra esa parte importante de la población ajena a esos conflictos en el juego de guerra entre bandas y gobiernos? Cuando el desabastecimiento casi total de bienes y servicios genere una reacción en cadena que desate una verdadera revuelta social que arrase con todo.
El gobierno es el primero que se caerá en pedazos y sus funcionarios llenarán aviones que los saquen del país. Los militares y policías en desbandada solo tendrán una alternativa: armar al pueblo para luchar juntos contra las bandas que ya controlan una parte importante del territorio haitiano.
Con el gobierno fuera de juego, todo se saldrá de control. Miles morirán. Quemarán casas y cultivos. Arrasarán con todos los negocios y mujeres y niños inocentes serán las mayores víctimas del conflicto.
Mientras tanto, esa revuelta, que podría durar meses y hasta años, impulsará el éxodo de haitianos hacia el exterior y República Dominicana será el más afectado. Podría entrar otro millón de refugiados en cuestión de meses.
También implicará gastos extraordinarios del país para proteger la frontera, porque los enfrentamientos armados llegarán hasta el Río Masacre.
En esa situación ¿qué harán los países y organizaciones que decidieron no intervenir en Haití? Entregar comida para evitar una hambruna que mate a miles de haitianos. Reunirse semanalmente para discutir la situación sin llegar a nada concreto. Y probablemente canalizar armas a la facción que Occidente quiere que gane la guerra mientras Cuba, Nicaragua y Venezuela harán lo mismo con unas bandas de tendencia izquierdista.
En esta fase, la guerra se intensifica, los combates arrecian, los cadáveres se apilan en las calles y Haití es noticia en todos los periódicos del mundo. En ese momento habrá unos 30 mil soldados en la frontera para evitar que el conflicto se extienda a nuestro territorio.
Pero tarde o temprano surgirá una nueva era para Haití si el pueblo sale ganancioso con un líder carismático al frente que reinvente el país. La paz y la institucionalidad volverán a renacer y las ayudas internacionales crecerán para restablecer el orden y reconstruir los destrozos causados por la guerra. Es la historia de siempre.
Y aunque es una historia triste, es la única salida para que Haití cambie de rumbo liderado por una nueva clase política, con otra mentalidad y con otros objetivos.
Puede que mi opinión sea catalogada como ciencia ficción, pero me gustaría oír alguna contraria, siempre que no sea la absurda idea de una isla unificada que está en la agenda escondida de algunos países. Algo que jamás pasará.