
Juancito Canaán disfrutando con par de féminas en playa Caletón, en Río San Juan.
Hola amigos de la costa verde, espero que a la hora de leer estos artículos de Juancito Canaán, sus hijos Juan José y Juani no se sientan ofendidos por mostrar en público tantas experiencias vivida al lado de su padre.
Decía yo en el anterior artículo, que Juancito estaba dichado de muchas virtudes de las cuales le nombré algunas, pero la mayor de Canaán junto a su esposa Meri, que Dios le guarde en su gloria, era la capacidad que tenía esta pareja para albergar mozalbetes del pueblo y emplearlo como muchachos de manda’o en los diversos negocios en que ambos incursionaron.
Entre los jóvenes que en aquella época se criaron donde Juan y Meri podemos citar al popular Papo Méndez, Papulín, Zurun Arias, Perucho, Cibao, Elías Gil, Valerio, Marino Flete, Sucre, los eternos Yiye el Chispeante y Papito la Ley, y Fausto Frica, sin lugar a dudas, uno de los más queridos y quizás con el que Juancito más se compenetraba.
Precisamente, Fausto y Juancito son los protagonista de esta segunda entrega.
Hubo un tiempo en que las relaciones de Meri y Canaán estaban tan turbulentas, que Meri le puso prácticamente un impedimento de salida a Juancito, bajo la amenaza de que si ella sabía que estaba para los gallos o el play, hasta ahí llegaría su convivencia.
Pasada una semana, la estrategia de Meri estaba dando sus frutos ya que el trompero no había podido hacer lo que más le gustaba, jugar softbol y gallos. Transcurrieron quinces días más y el plan iba perfecto, el trompero seguía acuartelado en su hogar de la 30 de Marzo, en donde todas las tardes nos reuníamos a escuchar historias de Juancito y hablar de pelotas. Pero un sábado después del mediodía, en plena fiesta patronales de Gaspar Herrnández, había una gran juagada de gallos, además de un torneo de softboll, en donde el equipo de nosotros, Los Quince de Juan Canaán, estaban invitados a participar. Juancito no aguantó más su prisión y con una voz autoritaria le preguntó a su esposa por Fausto, el cual andaba en un mandado de Mery, a lo que ella contestó qué pasó. Este, simulando estar incómodo, responde: “Ese bendito gacho, sabe que tenemos que llevar quince sacos de carbón a Sabaneta y mira la hora que es y la pitufa, (una guagua viejísima que Juancito tenía en la cual nos transportaba para los juegos y que su principal oficio era el trasnporte del carbón), aún estaba vacia”.
Todo este teatro ya Fausto lo sabía y cuando llegó, luego de escuchar las andanadas de cosas que Juancito le dijo, cargó el carbón y salieron para Sabaneta, dejando a Mery complacida, ya que eso era lo que ella quería, que su esposo le prestara más atención al negocio.
Luego, camino a Gaspar Hermández, Juancito celebraba con su compinche Fausto el trompo que le hicieron a Mery de Carmoni. El problema era como deshacerse del carbón, pero al llegar al poblado de Gaspar Hernández, a Canaán se le ocurrió otra idea, y le dijo a Fausto “déjame en la Gallera y sal a vender ese carbón como tu puedas. Y pensar que la pobre Mery creía que yo me iba a perder esta jugada…. Ven a ver Mary que trompo”, gritó a todo pulmón, frotándose las manos al entrar a la gallera y ver varios gallos listos para la pelea.