Nunca antes había percibido y escuchado tantos alegatos de parte de un candidato a un puesto electivo, en su derecho, como los esgrimidos por el señor Yomare Polanco, en procura de que se le reconozca una escogencia cimentada en la quimera, en la llamada Gran Manzana, New York.
Su dilatada oratoria ha sido interminable y sus altos y bajas, en procura de un reconocimiento no alcanzado, lucen no tener límites.
Desde la pasada contienda electoral Polanco parece no tener descanso en la búsqueda del eslabón perdido.
Exclama a los cuatro vientos el inquieto y expresivo ciudadano, sin pruebas convincentes, -hasta el momento-, que ha sido víctima de una conspiración tendente a sabotear el proceso electoral del 5 de julio pasado, en donde supuestamente se le despojó del triunfo como tercer diputado en la circunscripción uno de los Estados Unidos de Norteamérica.
Luego de mil vueltas de maromas, incontables patadas en el mar electoral y centenares de alegatos, a veces sin ningún tipo de sentido, las diversas reacciones de Yomare Polanco han resultado estériles para alcanzar su añorado propósito.
Perdonando nuestra intromisión en asuntos que algunos enmarcan, equivocadamente, sólo en lo personal, -sin ser necesariamente así-, entiendo que es una pena que tan simpático ser humano desperdicie sus energías y valioso tiempo en un proceso que, tanto él como sus más íntimos allegados, saben que no permitirá el disfrute del apetecible fruto soñado.
En vez de “las panqueadas de ahogados” que luego de su derrota apabullante el extrovertido ciudadano ha venido proyectando, el incondicional danilista, en la urbe newyorkina, entiendo que pudiese estar aprovechando el momento para realizar una reflexión profunda y desapasionada sobre su accidentada realidad política partidaria.
Es así como, tratando de ser transparente, Yomare Polanco ha de asumir que, dolorosamente, encarnó a un candidato electoral impuesto por la arrogancia y la prepotencia de un poder encabezado por un engendro que lució poco respetuoso ante el escrúpulo y sumamente atropellante al momento de imponer sus lineamientos de gobernanza y por tanto, su triste final se veía llegar.
Su escogencia interna, como no pudo ser ofertada, mucho menos justificada, como el resultado de un consenso partidario pues, desgraciadamente, es innegable que nació signada por el dedo del voluntarismo de alguien que, en su momento, lucía un Todopoderoso e insustituible gobernante y en consecuencia, los resultados eran evidentes.
Todo indicaba que existía el convencimiento de que poniendo a correr el dinero a borbotones y desparramando una publicidad impresionante, cimentada en la vocinglería de algunos mercaderes de la comunicación, era suficiente para garantizar un triunfo arrollador del aludido y singular aspirante a diputado en ultramar.
Pero los resultados electorales, observados o no, se encargaron de poner de manifiesto otra realidad distinta, aislada de la bullanguería y el desenfreno en la utilización de los medios audiovisuales, alejada de la real estructura partidaria y el contenido orientador y edificante.
Se volvió a confirmar aquello de que muchas veces, “el bien no hace bulla y la bulla no hace bien”, ni en política ni en el vivir cotidiano.
Siendo de esa manera, lo prudente por parte de Yomare Polanco sería, salvo su mejor parecer, distanciarse del griterío y el pataleo hasta ahora protagonizado y si en verdad desea continuar en las lides políticas partidarias como figura de relieve, autocriticarse y enderezar los entuertos, pasando a una militancia real y sometiendo a un verdadero proceso de reingeniería su modelo de accionar en procura de ganar un espacio significativo en el conflictivo mundillo de los partidos.
Insistir en más de lo mismo, con la anuencia de sus supuestos estrategas y asesores de campaña, implicaría persistir en un ejercicio de pérdida de tiempo y recursos económicos, ladrándole a la luna.
De todo modo, acatar tal decisión, es una responsabilidad exclusiva, en su derecho, de este novedoso e insólito espécimen de la política criolla en el extranjero que, lamentablemente, tanta agonía ha reflejado en la búsqueda de un puestecito.
Qué le vaya bonito..!!