En el año del Bicentenario de Duarte, la casa donde él nació, Isabel La Católica 308 (donde también nació un sueño que, a pesar de tantas negaciones, todavía no ha muerto), está medio derruida, porque los encargados de una reconstrucción dispuesta por el Presidente de la República pararon hace seis meses porque no les pagan. Y ante el patriotismo ritual de la boca hacia afuera, los duartianos preguntan, entre la rabia y la tristeza: “¿Qué ha pasado desde el discurso a los hechos?” Y siguen preguntando: “¿Cuál es el valor de la palabra de un Presidente?”